Capítulo 15: David, la voz de la razón.

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En el avión decidí dejar de pensar en mi papá. Las cosas se normalizaran solas.

Así que cuando aterrice en el D.F, hace media hora eran las 3:27 de la tarde.

Ahora Charles y yo esperamos por David.

No sé cómo iniciar la conversación, pero sé que él aclarara las cosas.

Al rodear a unos cuantos grupos que llegaron, veo a David, cerca de la entrada.

David es el hermano menor de Andrés, y es muy similar a él, yo me la llevaba bien con él. Todo se dañó cuando Andrés se llevó a Danna y con ellos a David y a Lucia. Las cosas ahora son incomodas, más cuando él quería a Charles.

Una vez le dije que se lo cedería, pero, nunca sucedió.

Me acerco a él, de cabello castaño y con lentes de sol, zapatillas, una camisa de leñador y unos levis.

Aclaro mi garganta.

-Hola, Bryan, tiempo sin vernos.

-Sí, mucho tiempo, David. Charles, él es un… conocido, un amigo, se llama David Gómez, saluda bebé.

-¡Hola!

-Hola, Charles, estás tan grande.

-A veces es increíble…-Murmuro.

Charles lo observa, un momento, luego inicia a hablar de las nubes con David, él es así, de lo más sociable.

-Bueno, tengo el auto afuera, ¿por qué no vamos a comer algo mientras me cuentas sobre el viaje, grandote?

Él asiente y los sigo mientras ellos hablan

No lo negare, no caigo tan bajo. Tengo celos de que él lo esté sosteniendo.

Es mi hijo, joder…

Ni siquiera inicies, Sanders, es su tío tiene tanto derecho como tú.

Suspiro y los sigo, mientras arrastro el carrito con las maletas.

Llegamos a la entrada del aeropuerto y él se acerca a un sedan, una Toyota Avalon gris.

-Espero que todo quepa aquí.- Me dice

Mientras Charles jugaba con un avión de juguete nosotros acomodamos las tres maletas. Dos en el baúl, y una en el puesto del copiloto, yo cargo a Charles de camino a casa de David, y no hablamos de nada más que de economía, de un poco de música, de política mundial, esas cosas.

David vive en una colonia cerca de “Televisa”, es una casa linda, pequeña comparada con mi pent-house, pero está muy bien ubicada.

Por dentro es toda blanca con cuadros coloridos, las sillas y sofás son azules.

-Bien, ¿cuánto se van a quedar?

-Supongo que unas horas, por mucho una noche.

-¿Tan poco? Quería tiempo con mí…

-Vine a hablar sobre eso.- Lo interrumpo.

-¿Llegaste, David?

-Sí cariño, llegamos.

La mujer en cuestión es casi tan alta como yo, y de cabello negro, ojos azules que lucen raros con su color de cabello, su piel es de un durazno, y lleva un conjunto de esos de oficina.

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