Primero que todo Sarah, no me digas señorito, no soy yo quien te paga, y segundo para mí solo ordena pizza de extra queso, no me apetece nada más

— Pero su mamá dijo por teléfono que no quería que ingiriera comida chatarra

Retrocedo los pasos que había adelantado, concentrando mi atención en la señora de cincuenta años que Helena contrató para los quehaceres domésticos. Llegó hoy en la mañana antes de irme a la universidad y me informó que el retraso de dos semanas se debía a que se encontraba enferma, la dejé instalándose cuando me fui y al llegar, tenía el departamento reluciente de pies a cabeza y de verdad que este lo necesitaba. Soy organizado pero tampoco es que me preocupe mucho de la limpieza, siendo sinceros; solo espero que no haya tocado nada de mi taller de arte, porque me cabrearía mucho.

Te diré algo Sarah, me importa bien poco lo que diga mi madre, voy a comer lo que me venga en gana, así que o la pides tú, o ya lo hago yo— sentencio y ella solo asiente

Dirijo mi andar hasta la segunda planta más recuerdo algo:

—Ah una cosa más, no quiero que entres a la tercera puerta de aquí arriba, ya lo limpiaré yo si lo creo conveniente

—Como desee seño…— la miro duro, ella se percata y reemplaza la palabra por mi nombre—le informo cuando llegue su cena

Después de una relajante ducha me recuesto en la cama y por increíble que parezca me quedo dormido hasta que llaman a la puerta de mi recámara, por inercia llevo mi cuerpo hasta allí, pensado que me encontraría con Sarah y una humeante pizza, pero para mí desgracia, es Cris con un cuenco de helado de chocolate, automáticamente pongo mala cara.

—Hola Bella Durmiente, acaba de llegar el príncipe a rescatarte— comenta burlón, por lo que recibe un bello portazo en la cara.

Vuelvo y me tumbo de forma descuidada en el colchón, sin embargo mi primo se caracteriza por ser tremendamente insistente así que, ignorando mí no tan discreta forma de echarlo de la habitación, abre la puerta y camina hasta sentarse en la butaca cerca de la ventana.

Eres increíble

—Eso ya lo sé, capullo— comento altanero con la cara aún en la almohada

No imbécil, no ese tipo de increíble— ríe y lo ignoro— Se supone que, soy yo quien debería estar cabreado por tu jueguito en la mañana— explica y por tal motivo, a mi cabeza viaja el recuerdo de una foto, sonrío de manera involuntaria— ¡Oye!, no te burles de mí— reclama

Yo no te pedí que vinieras, así que no me exijas que te reciba con los brazos abiertos y menos si estaba durmiendo, además veo que ya tienes tu bienvenida— comento señalando el helado que trae en sus manos

Emm…esto— lo alza y ríe nervioso— lo traje de mi casa— miente descaradamente

—Sí y yo soy el presidente ¿no te jode?

—Ok, lo admito, me le escabullí a tu empleada y lo agarre de la nevera ¿contento?— muevo la cabeza en respuesta, el continua hablando de todo su día, pero no escucho ni la mitad

— ¿Verdad que si?— pregunta

—Sí, seguro— contesto, mas reacciono a que no sé a que dije que si— ¿Ehh?— lo miro extrañado, provocando que se carcajee

— En que dimensión andabas primito— se mofa

—En que mañana tengo una excursión con los niños del orfanato

EmpíreoWhere stories live. Discover now