Capítulo 12

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Volver a casa es un golpe de realidad. Arthur y yo nos despedimos en el porche como dos amantes clandestinos. Con el miedo de que alguien nos descubra. Si bien mi felicidad es a medias no puedo dejar de disfrutarla. Arthur, por varios años había sido mi amor imposible, ese al que deseaba con locura y creía que estaba lejos de mi alcance. Pero hoy, me miraré en el espejo sabiendo que estuve en su pensamiento todos estos años.

—Te veo mañana. —Lo observo alejarse por el sendero con las manos escondidas en sus bolsillos. Abro la puerta de casa aún con la mente en las nubes, y el corazón agitado por todo lo sucedido. ¿Tanto me cuesta creer que por fin estamos juntos? Supongo que como las cosas buenas tardan demasiado en llegar cuando las vives demoras en darte cuenta de que no es un sueño.

Me encuentro con Penny y con Rose charlando en la cocina mientras preparan lo que creo que es la cena. Huele raro, pero no digo nada al respecto, bastante impactante es ya verlas cocinar.

—Díganme que encontraron trabajo. —Me siento en una de las silla del comedor, y les regalo la más cálida de las sonrisas.

—Nada. —Responde Penny fingiendo una cara triste.

—Nada, no. Había un empleo de cuidadora de niños, pero según ella no tiene paciencia. —Rose niega con la cabeza indicando que Penny no tiene remedio.

—¿Buscaron en el bar? ¿Te gusta el empleo de camarera? —pregunto porque comienza a preocuparme la falta de decisión de mi amiga con los empleos.

—Sí, fuimos, pero Arthur no estaba. Me gustaría ser camarera, y más en Bar Bells, así puedo ver a los chicos guapos del pueblo. —Me regala una sonrisa pícara, antes de sentarse en una de las sillas frente a mí.

—Ah, ya sé porqué no querías los demás trabajos. —Rose revuelve algo que parece una salsa y se ríe a carcajadas.

—¿Qué planes tienen para mañana? —Tengo pensado explotarlas por un día.

—Por ahora nada, descansaré un poco de escribir.

—Yo debo hablar con Arthur por lo del empleo, pero después estoy libre. —Penny quita el mantel de la mesa.

—Necesito que me ayuden a limpiar el invernadero donde celebraremos la boda.

—¿Un qué... ? De todos los sitios lindos de Glash Village escogiste un invernadero. —Ambas están sorprendidas.

—Aún no lo han visto, ya verán que es el sitio ideal. —Dios, que poca fe me tienen.

—Si tú lo dices que eres la experta. —Rose se encoge de hombros y decide confiar.

—¿Me ayudarán o no? —Se hacen de rogar.

—Sí, pero tienes que prepararnos esas galletas de avena que haces para merendar. —Uf, Penny no pierde una oportunidad para pedir mis famosas cookies.

— Pero ¿y tú dieta?

— Esas son saludables. —Me responde rápidamente como si hubiera estado esperando mi pregunta.

—Vale. —Tendré que ponerme manos a la obra, para que estén listas para mañana.

El sonido del timbre nos interrumpe y es Penny la que se apresura para abrir la puerta. Escucho la voz de April desde el recibidor y me tenso al instante. No sé qué es más grande, si mi enojo hacia su comportamiento o la decepción que tengo.

—Jess, cuéntame, ¿qué te dijo el señor Bing? —Se acerca a mí con gran emoción, y yo trato de disimular mi molestia.

—Nos permitió hacer allí la boda, pero tienes que invitarlos a él y a su esposa. —Le informo con cierta pereza. No me siento muy cómoda para hablar con ella, no después de lo que hizo.

La boda de mi mejor amiga Where stories live. Discover now