Compartir habitación con Penny no es buena idea. Habla dormida, ronca y es bastante desordenada. Después de que mi hermano me llamase más de veinte veces al móvil atormentándome para que no permitiera que nadie entrara en su habitación, tuve que pedirle a mi amiga que se mudara con Rose a la de mis padres, pero esta no pudo aguantarla por más de una semana, poniendo de excusa que necesitaba tranquilidad y silencio para escribir. Por lo que en los últimos días yo he sido su compañera de cuarto.
La noche me ha parecido extremadamente larga. He tenido demasiado tiempo para pensar, y eso en ocasiones logró confundirme. ¿Debería ilusionarme? No sé si estoy siendo sensata, o si mi mente se está dejando llevar por mi corazón. Tuve mis grandes dudas a las altas horas de la madrugada de si debía haberme negado, ya luego pensaba en su sonrisa o en su forma de decirme que era imposible que me ignorara, y olvidaba todos esos malos pensamientos. Aún repetía una y otra vez esa frase en mi cabeza, y mis mejillas no escondían su rubor al pensar en ellas.
Decido levantarme de la cama una vez que los rayos del sol iluminan mi habitación. Penny se prepara para ir a correr mientras que yo me dispongo a escoger mi mejor atuendo para salir al encuentro con Arthur, que aún me cuesta creer.
Termino poniéndome uno de los vestidos más veraniegos que tengo, de color rojo y estampado de flores, unas sandalias bien cómodas y un sombrero de paja con visera ancha y un lazo blanco de adorno alrededor. Me maquillo solo un poco, hoy no quiero llevar tanta pintura en la cara.
Salgo de la habitación para desayunar y me encuentro con Rose en el comedor.
-Estás guapísima. ¿A dónde vas hoy? -Me pregunta mientras come una tostada con mantequilla.-Buscaré el sitio para la boda, visitaré algunos de los campos de flores y el lago. -No pretendo informarle que Arthur será mi acompañante.
-Genial, Penny y yo saldremos a conseguirle empleo. Lleva un mes en el pueblo y aún no se ha preocupado por ello. -Siempre lo pospone, creo que se debe a que ningún trabajo le parece interesante.
-¿Han pensado en algo? -Le pregunto mientras me preparo mi café con leche.
-Si es por mí que trabaje en uno de los campos cosechando peonías, pero dice que no tiene mano para tratar a las flores. -rueda los ojos en señal de frustración y luego sonríe.
-Espero que tengan suerte. -Me encojo de hombros y le devuelvo la sonrisa.
-¿Ya has pensado en lo que haremos para la despedida de soltera de April? -Con los preparativos de la boda había olvidado la otra fiesta.
-No. ¿Alguna idea? -Espero que tenga alguna porque la verdad es que enfocarme en la despedida también será todo un estrés.
-Tengo muchas. Déjamelo a mí, así descansas un poco de tanto caos. -Se ofrece, y lo cierto es que me viene de perlas que quiera ayudarme.
-Por favor, nada de strippers. -Le advierto.
-Oh, pero si esa es la parte más divertida. -Hace un puchero. -Solo uno.
-Ninguno. Las hermanas de Peter vendrán a la despedida, no creo que les guste ver ese tipo de espectáculos dedicados a su futura cuñada. -Creía que era broma de Rose, pero su decepción es algo muy relevante en su rostro.
-Veré que más se me ocurre. -El sonido de el timbre nos interrumpe y reviso mi reloj. Son las 8:45 am. Ha venido 15 minutos antes.
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La boda de mi mejor amiga
ChickLitLa vida en New York es bastante agitada, pero Jessica Roth después de 6 años de haberse mudado, ya estaba más que adaptada a la cosmopolita ciudad. A sus 23 años era una mujer independiente, y adoraba su trabajo. Ser promotora de fiestas en una de l...