12. La verdad sobre Patricia

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—¿Qué estás viendo? —me preguntó Jess.

Apagué la pantalla.

—Nada.

Mi respuesta la hizo sospechar más.

—¿Por qué me lo estás escondiendo? —Entrecerró los ojos y dio un paso hacia mí—. ¿Tiene que ver conmigo?

—¿No? —Me moví hacia mi derecha para no chocar con la pared, pero choqué con la cama.

—¿Qué es?

Ella dio otro paso hacia mí y estiró el brazo para tomar el teléfono. Lo aparté y caí sobre la cama.

—¿Es otra foto mía? Alex, me estás poniéndome nerviosa.

—¿Tú, nerviosa? —La vi clavar su rodilla en mi estómago para alcanzar el teléfono—. ¿Cómo crees que estoy yo?

—Dámelo.

—No me hables en ese tono porque me emociono.

—¡Alex!

Ella tomó el teléfono e intentó arrancarlo de mi mano.

—¡No! —cerré los ojos con fuerza—. ¡Estaba viendo porno furry! ¿Contenta?

Ella se detuvo y me miró. Pude ver la confusión en su rostro y cómo intentó procesar la información.

—¿Crees que soy estúpida?

—¡No es broma, estoy enamorada del zorro de zootopía!

Ay, Alex. Qué bajo que has caído.

Me arrebató el teléfono. Intenté recuperarlo, pero su rodilla seguía clavada en mi estómago y no podía levantarme.

—¿Tu contraseña es uno, dos, tres, cuatro? —me preguntó.

—No —mentí.

Ella presionó algo en el teléfono y noté por el brillo cómo se desbloqueaba.

—Mentirosa —murmuró.

Un segundo ella se veía ligeramente molesta y al otro estaba abriendo más los ojos.

—Puedo explicarlo —Comencé.

Ella apartó la mirada de la pantalla y me devolvió el teléfono sin decir nada al respecto.

—Ten.

Se levantó de la cama y yo lo hice detrás de ella. El cuarto se tambaleó a mi alrededor y me tuve que apoyar contra una pared. Por un momento la perdí de vista y luego la encontré de vuelta junto a la puerta.

—Sé que se ve mal, pero te juro que no estoy intentando volver con él ni nada raro.

—Ya lo sé. —Jess se mordió el labio y me miró por un momento, pero volvió a apartar la mirada—. Sólo quieres hablar con él. —Cerró los ojos y suspiró—. Si quisieras volver con él incluso lo habría entendido ¿Sabes? La gente perdona cualquier cosa cuando depende de alguien ¿Pero tú? —Abrió la puerta—. Tú sólo estás siendo estúpida.

—No estoy siendo estúpida. Él no desaparecería así simplemente. Tiene que haber...

—Alex, tú no le importas —me cortó. Sentí como si acabara de golpearme—. Te estuvo engañando por meses. Y eso es sólo lo que tú sabes. ¿Cómo estás tan segura de que no hubo alguien más antes que yo? —continuó—. Él simplemente aprovechó que se mudaba para bloquearnos porque no tuvo los huevos para terminar con nosotras o decirnos la verdad.

—Eso es lo que tú crees y lo respeto, pero yo...

—Cállate, Alex. —Levanté la cabeza. Ella parecía haber escuchado suficiente—. Hablaremos luego, cuando no tengas fiebre.

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTAWhere stories live. Discover now