3.- Risa (Fayad)

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Los pasos del joven noble resonaron por la sala con un eco raro que seguramente estuviera más en su mente que fuera de ella, a juzgar por lo atestado de la habitación. De puntillas, y bajo la atenta mirada de la capitana Zaira, rodeó el cadáver.

-¿Habéis llamad-- ugh, sigue goteando-- habéis llamado al jefe de alquimistas?

-Sí, alteza. Está de camino.

-¿A la Suma Sacerdotisa del Cuervo?

-Ha desaparecido, alteza, junto con dos aprendices de su culto.

-¿Y a Zeb?

-Nos sugirió de forma muy educada no involucrarle directamente en los enigmas que tuviese que resolver la Guardia a futuro bajo el pretexto de que "se le dan demasiado bien" y "no sería entretenido", alteza.

-Ah. Pues vaya.

Resignado,se agachó y conjuró una pequeña luz, una llama dorada que no emitía apenas calor frente a la cara de aquella pobre mujer. Rhiannon Degràs, semielfa, treinta y cuatro años. Sin pareja ni hijes y propietaria de la Hebra de Oro, conocida por su trabajo con telas y cortes típicos del continente vecino y muy apreciada entre la alta sociedad. El propio príncipe había encargado más de un traje allí. Trato educado, muy profesional, buenos acabados, ningún indicio de que su propietaria fuera a amanecer un día masacrada en el centro de un círculo con inscripciones en abisal, todavía con el pelo peinado y las escasas joyas puestas.

Escasas, pero buenas. Fayad sacó una herramienta alargada de entre los pliegues de su túnica haciendo que la capitana de la Guardia del Espejo diera dos pasos hacia delante. Él paró, pero sólo un momento, antes de enganchar con la punta de la pequeña gubia una cadena de oro fina que aquella mujer llevaba al cuello para levantarla. Lo único que colgaba de ella era un pequeño medallón, una sola pluma pequeña, teñida de siete colores, engastada en resina transparente y un cerco de oro. La propia pluma pareció reflejar la luz de su conjuro, amplificarla en un halo iridiscente alrededor del collar que por un momento iluminó la habitación.

Hubo un siseo, como de algo ardiendo, y Fayad juraría haber oído una risa aguda y chillona acallada al instante. Quizás fueran un par. Y quizás no fuera una alucinación, a juzgar por cómo Zadia había llevado la mano a la empuñadura de la espada, escudriñando la oscuridad. En aquel salón a rebosar de muebles y recuerdos, que olía a sangre seca y cadáver fresco, podía esconderse cualquier cosa.

-...He encontrado algo útil.

-Ahora no, alteza.

-He encontrado algo útil en la escena del crimen, Capitana -dijo con un tonillo triunfante que por poco no consiguió que Zadia resoplara-. No he sido un estorbo, no no. Y además lo he sacado cuando tocaba. Bastante impresionante para ser solo suerte, ¿no cree? Bastante, bastante impresionante.

La capitana se giró hacia él con gesto serio y la boca contorsionada en una mueca que señalaba que le iba a caer la bronca del siglo por no centrarse en los quince mil enigmas que tenían en una sola habitación o en lo que había conseguido deducir su equipo, pero antes de que pudiera hablar un pequeño coro de risas se alzó de entre las sombras, haciéndole levantar las cejas. Asintió hacia el príncipe para que siguiera hablando y él obedeció con una enorme sonrisa que parecía que se le iba a salir de la cara.

-¡Oh! ¡Oh! ¡Cárcel! ¡Mil años de cárcel para aquella que dudaba de mis indudables habilidades! -ah, aquello debía ser una falta de respeto hacia la pobre señora Degràs, pero seguro que si conseguían llegar al fondo de aquel asunto su fantasma se lo perdonaba. Zadia desenvainó, ocultando el sonido deslizante del metal contra la vaina en su discurso y las risas que cada vez se oían más, y más chirriantes, desde una esquina de la habitación. Él se ajustó los anillos que le cubrían los dedos, cada uno con su pequeña piedra o su metal retorcido en anillas, en trenzas. Notó las chispas familiares, silenciosas, de la magia entre ellos mientras su compañera avanzaba, paso a paso, hacia la esquina-. ¡Cárcel! ¡Cáaaaaaarrrrcel!

Y cuando los diablillos se dignaron a parar de reír, ya era demasiado tarde.

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⏰ Ostatnio Aktualizowane: Aug 21, 2021 ⏰

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