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Desde que tengo uso de razón he encajado en el molde de hija perfecta. A lo largo de mis casi dieciocho años de vida me he mantenido al margen de los problemas, evitando a toda costa desobedecer o desafiar a mis padres; de modo que, sin exagerar, puedo contar con los dedos de una mano mis pequeños arrebatos de rebeldía. Aunque para ser franca fueron tan insignificantes que ni siquiera se pueden considerar como tal.

Nunca tuve la necesidad de ser rebelde, y a día de hoy las cosas siguen el mismo curso. Mis padres me dan la libertad de hacer lo que quiera siempre y cuando aquello no esté dentro de la lista de sitios, actividades o prácticas que me están prohibidas en tanto no tenga edad legal o madurez mental para involucrarme en ello. En mis planes no tiene cabida el faltar a estas sencillas restricciones. Me gusta llevar la fiesta en paz y hacerlos sentir orgullosos de mi buen comportamiento. Por ello, cuando Will susurró aquella propuesta al teléfono mi respuesta fue automática.

—Lo siento pero no puedo acompañarte Will —digo empleando mi usual tono de disculpa, uno que él conoce a la perfección y del cual me pregunto cuándo terminará por hartarse.

Cruzo la habitación y me dejo caer boca arriba sobre la amplia cama. Mis ojos se cierran esperando lo peor, aguardando los reproches que están por venir. Los segundos corren lento mientras el ambiente se carga de una energía extraña, y siento que pasa una eternidad hasta que finalmente un sonoro y tenso suspiro rompe el denso silencio que se ha prolongado entre ambos; entonces, el contraataque llega.

Escucho con atención los reproches que saltan de la bocina: «Siempre es lo mismo contigo, Winnie. ¿Cuándo comenzarás a comportarte como una chica normal? Deja de preocuparte todo el tiempo por lo que dirán tus padres... Bla, bla, bla.», pero no es tan sencillo.

Si tan solo supiera...

—Will, en verdad no puedo —digo con pesar—. Lo siento mucho, en serio amor.

Disculparse hasta el cansancio es mil veces mejor que la otra alternativa. No deseo explicarle los motivos que me obligan a comportarme como lo hago. No quiero llegar a ese extremo ni hoy ni nunca, y me he prometido a mí misma que mientras esté en mis manos lo evitaré cueste lo que cueste.

—Animate cariño, será divertido. Mereces un poco de diversión, los últimos días te la has pasado estudiando, o con la nariz metida en algún libro.

—De eso no tengo la menor duda... —y lo digo en serio. Sé de antemano que será épico, pero pensar en las consecuencias que implicarían el acceder a su propuesta me impide siquiera considerarla. Tendría que mentir y desobedecer entre otras cosas, y si llegaran a descubrirme no saldría bien parada. No, gracias—, pero sabes que no tengo permiso, y no me atrevería a mentir a mis padres.

—Y no tienes porque hacerlo —replica sonando perturbadoramente sereno—, tan sólo omite ponerlos al tanto del cambio de planes.

—Lo cual viene siendo lo mismo —ruedo los ojos.

—Vamos no seas injusta, eso no es cierto, mentir y omitir decir la verdad son dos cosas distintas —hace una larga pausa, como si estuviera a punto de anunciar algo importante, y suspira con cierta frustración—. Escucha Winn, lo que menos quiero es meterte en problemas pero te necesito esta noche conmigo. Es importante para mí.

Masajeo mis sienes al detectar el énfasis que pone en esas últimas cuatro palabras. ¡Ahora sí estoy frita! Will Bushnell tiene un buen argumento, él lo sabe, yo lo sé. Tiene en sus manos una poderosa razón para conseguir salirse con la suya.

La celebración de su décimo octavo cumpleaños está programada para dentro de un par de horas y no me siento muy a gusto con la idea de negarle nada, no hoy, no cuando literalmente está implorando por mi asistencia al evento. ¿Qué clase de novia sería si no lo acompaño está noche? Sin duda la peor. Lo que me causa tanto conflicto es su repentino cambio de planes. Hasta hace tan solo cinco minutos teníamos uno establecido: celebrar su cumpleaños en el Red Sky, uno de los tantos bares de moda en la Ciudad (propiedad de los padres de Ethan); el establecimiento cerrará sus puertas de manera excepcional para que nuestros amigos y conocidos podamos disfrutar de una velada íntima. Pero ahora, Will está encaprichado con la idea de escabullirnos a un Club nocturno.

En sí no me está pidiendo gran cosa, e inclusive la idea resultaría de mi agrado sino fuera por que mis padres me lo tienen estrictamente prohibido. No puedo poner un pie en bares, clubes o cualquier otro sitio de dicha naturaleza puesto que —según sus argumentos— siendo tan joven e ingenua, no quieren que caiga en las garras de la perdición, los excesos y las adicciones. No es que no confíen en mí, no confían en las circunstancias.

Tengo suerte de que me hayan permitido asistir esta noche al bar y ello gracias a que se trata de una ocasión especial y a que el sitio en cuestión es bastante elitista. No cualquiera consigue entrar, para conseguirlo se requiere una de dos cosas, o debes gozar de una muy buena posición económica o debes ser la representación en carne y hueso de la belleza.  Además, me hicieron prometer que no ingeriría ni una sola gota de alcohol.

—Venga Winn, no le des tantas vueltas —la ronca voz de mi novio me espabila, haciendo que me replantee la situación.

Dudo por un segundo y comienzo a elaborar mentalmente una lista de pros y contras, pero termino negando firmemente con un movimiento de cabeza. Lo vea por donde lo vea, la idea continua pareciéndome un pase directo al desastre. Un escalofrío me recorre la columna de tan solo imaginar cuán decepcionados se pondrían mis padres si terminaran enterándose del engaño. No puedo hacerles eso, no después de todo lo que han hecho por mí.

—Will... —inspiro profundamente, cuento hasta tres y suelto las palabras— nada me gustaría más que estar ahí para ti esta noche, pero no puedo.

No transcurren ni dos segundos de que pronuncio aquello cuando un resoplido rasga el silencio. Aquel sonido airado no deja lugar a dudas de la molestia que le produce mi negativa, y al instante siento un peso invisible comprimiéndome contra el colchón. Sé lo que viene a continuación, de modo que me preparo mentalmente para el impacto.

—¡Con un demonio Winona, es mi maldito cumpleaños! ¿Podrías, por una misera vez, hacer una jodida excepción y ponerme antes que a tus padres? —el rechinido que producen sus dientes al hablar apretadamente es toda confirmación de mis sospechas. Will ha alcanzado el límite de su paciencia como tantas veces anteriores, solo que esta vez parece muchísimo más molesto de lo que lo ha estado nunca conmigo.

Aprieto el puente de mi nariz como si con este sencillo gesto pudiera mantener a raya la angustia que se incrementa en mi interior, y maldigo para mis adentros por enésima vez el estar inmersa en esta situación. Después de esto Will romperá toda relación conmigo, no tengo duda alguna. Tras año y medio de noviazgo en el que solo ha obtenido excusas y continúas negativas de mi parte, la ruptura es inminente. La cuestión es que no estoy lista para ello, no estoy lista para dejarle ir de mi vida. Lo amo demasiado.

—¿De verdad no puedes hacer esto por mí, Winn? —Su furia se ha desvanecido, ya no suena molesto sino terriblemente decepcionado, y eso es mil veces peor.

En definitiva, soy la peor novia del mundo. Si tan solo supiera, estoy segura de que entendería.

Su cambio de actitud acuchilla mi corazón, me hace sentir terriblemente miserable. Imaginar todo lo que debe estar pensando de mi me tienta como nunca a ceder, a actuar sin pensar, dejarme llevar, y esperar a que las consecuencias lleguen con el tiempo. ¿Cómo se sentirá aquello?

Pero no quiero jugarme el pellejo con mis padres... Tomo un profundo respiro. No me creo lo que estoy a punto de hacer, pero es lo correcto... ¿no? Será solo una vez más, una última vez no hará tanto daño. Pronto cumpliré la mayoría de edad y todas esas restricciones a las que estoy sujeta quedarán en el pasado.

—Te lo compensaré, Will. Reunete conmigo en nuestro restaurant favorito en una hora, seremos solo tu y yo, nuestra celebración privada y después te daré tu obsequio. Luego podrás reunirte con los demás.

—Seguro —le escucho decir con desánimo, antes de que un familiar sonido me indique que han colgado al otro lado de la línea.

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2021 ⏰

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