26 - El quiebre del presente

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No tenía ganas de nada. Le dolía todo. Y lo único que deseaba era un abrazo de Tadeo. Ese mismo que no le había dado la noche anterior antes de que se fuera.

Lo quería. Incluso podía decir que lo amaba. A pesar de todo. Pero estaba enojada. Aunque no sabía si con él o con el destino que se había puesto tan complicado con su vínculo.

Parecía ser que la distancia estaba empeñada con ella y con las personas a las que quería tener cerca.

La puerta del frente se abrió y Pato ingresó con un entusiasmo que distaba mucho del estado de ánimo de su hermana.

—Bueno, te has levantado. Eso es algo bueno —rio mientras dejaba las llaves en la mesita del living—. He conseguido algo de carne y ensaladas. Espero que no te pongas exquisita.

—No. Está bien. Me gusta.

Dejó la bolsa en la mesa y la observó con más atención.

—Estas destruida.

Oli rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír por la forma en la que se lo dijo.

—Lo sé.

—Bueno, ¿me dirás que te hizo? —le preguntó mientras sacaba las bandejas de la bolsa y acomodaba todo para empezar a comer.

—No me ha hecho nada. O si. No sé. Lo odio.

—No te vayas a pelear ahora con él que ya le agarré cariño. Mirá si nos echa... Ah, re interesada —rio poniéndole buena onda al clima triste que se respiraba—. Igual si, no me digas que te separarás.

—No. Eso no. Creo. No sé. Igual no lo verás por un tiempo.

—Interesante. Ahora explícate.

—Se irá a Australia. ¿Puedes creerlo?

—¡¿Qué?! ¿Se mudará?

—Se irá por un año. Un programa o algo así. No le pregunté mucho porque me enojé.

—¿Pero tiene intenciones de seguir con lo suyo?

—Que no sé. Solo me ha contado eso y después tu interrumpiste con la cena y no hemos hablado más.

—¿En serio interrumpí terrible conversación? Me hubieras echado.

—Yo tampoco quería hablar en ese momento. Ni en este. No sé qué haré y tampoco quiero saberlo.

Pato la miró mientras llevaba un bocado de carne a la boca.

—Tienes que hablarlo —le dijo con la boca llena.

—Lo sé.

—Hoy.

—¿Por qué hoy?

—Porque mañana se va. ¿Recuerdas? Trabaja...

—Ay, no —Olivia alejó el plato y dejó caer su cabeza sobre la mesa—. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?

—No lo veo complicado. Lo has tenido bastante fácil. ¿Sabes que la última vez que me he enamorado el chico era gay? Y la anterior, solo quería ser mi amigo. Y la anterior a esa, le gustaba mi amiga. ¿Ves? Parece que la tengo más difícil que tú.

Olivia no pudo evitar reír. No estaba muy al tanto de la vida amorosa de su hermana, pero nunca había conocido un novio de ella.

—¿Entonces debo hablarlo?

—Si.

—Pero hoy estoy mal.

—Y mañana él se va. Si quieres lo llamo yo y le digo que venga.

Una parada en Colonia BasiliaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang