Reita comenzó a reírse—. Aoi, no hay nada aquí para ti, te lo he dicho hasta el cansancio, incluso la persona que amas jamás entendería quien eres. Ven conmigo y los dejaré vivir, incluso al maldito Takashima —dijo el demonio a través del bajista.

Aoi tembló, Uruha no se movió.

—Aoi no es un demonio —dijo Uruha, aunque parecía decírselo más a sí mismo.

—Lo es —aseguró el otro—, y no un demonio cualquiera. Es un humano con alma de demonio —sonrió—. ¿Entiendes lo que eso significa? No te maldije en vano Takashima, mi hijo es el único capaz de matarte.

—No —dijo el pelinegro—, jamás haría eso.

Reita estiró la mano—. Ven conmigo y no será necesario, no tendrás que verlo nunca más, ni vivir pensando cuándo será el día en que ambos tengan que matarse el uno al otro, porque ahora que lo sabe, Takashima no te dejará vivir, ¿no es cierto? —Miró a Uruha.

Aoi deseó con todas sus fuerzas que el guitarrista lo negara, pero logró ver la duda en su expresión, después de tantos años de prestarle atención, nadie podía leer a Uruha como él. Se hizo hacia atrás, sintiendo que su corazón se rompía en mil pedazos, lo mataría sin pensarlo. Se echó a correr por el pasillo dispuesto a alejarse de todo y de todos.

2

—¡Aoi! —Gritó Uruha en el momento en que lo vio salir del estudio,

—No irá lejos —dijo Reita—, las apariciones son suficientes para crear un espacio infinito del que no podrá escapar —se adelantó para seguirlo, pero el castaño levantó la mano dándole de lleno al bajista en el pecho, movió los dedos y le dio otro golpe. El rubio cayó de espaldas sobre la mesa deshecha, sobre él una enorme figura que parecía estar hecha de niebla salió de su cuerpo—. Te has vuelto fuerte.

—Reita —escuchó decir a Ruki, tenía una fractura en el brazo, además de las heridas abiertas, trató de moverse pero el cuerpo de Kai se lo impidió.

Uruha echó una pierna hacia atrás y levantó ambos brazos frente a él, pelearía con el demonio antes de dejar que se acercara a Aoi. Había pasado tan rápido que no había podido decirle que jamás se atrevería a hacerle daño, incluso cuando había sentido un escalofrío recorrerle el cuerpo al saber quién era el chico en realidad, no podía, siquiera la idea de hacerle daño a Aoi le causaba malestar. Prefería morir antes de ponerle un dedo encima y aquello, lo hacía sentir peor, tal vez no podía dejar de pensar en él últimamente, prestarle más atención de la necesaria, sabía por qué lo había besado aquel día, como desde hacía años la forma en la que Aoi le hablaba o lo buscaba lo volvía loco. Solía ocultar cada uno de sus sentimientos, por lo que había ocultado su verdadero sentir hacia el pelinegro, al punto de no poder negarlos en ese momento, lo había besado ebrio, lo había hecho suyo en cada movimiento y respiración, porque muy debajo de esa fachada fría, Aoi era lo único que le importaba más que su propia vida.

—Me encantaría quedarme a acabar con tu vida, verás que tengo asuntos más importantes —dijo la figura neblinosa—, dejaré que el estudio haga su trabajo —se desvaneció al tiempo que por la pared varias figuras comenzaban a formarse.

—¿Qué demonios? —Preguntó Ruki con voz temblorosa aferrándose a la camisa de Kai.

—Carajo —dijo Uruha, la energía era tan fuerte que incluso las personas sin habilidades espirituales podían ver las apariciones, el vocalista estaba tan pálido que no tardaría en desmayarse—, Ruki no dejaré que les pase nada, tengo que hacerlo rápido. Trata de despertar a Kai y a Reita, tienen que salir de aquí —explicó.

Ruki lo miró como si se hubiera vuelto loco, seguramente ver que tu compañero de banda hablaba de los fantasmas como si fueran papas debía ser una gran impresión.

Estudio 139 [the GazettE- Aoiha]Where stories live. Discover now