Hay heridas que, en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos.
- Pablo Neruda
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Lejos de la manada Kim, se encontraba un pequeño pueblo de cambiaformas, no se podían llamar "Manada" porque no lo eran, eran Rogers (Lobos sin manada) acostado en la cama de aquella pequeña cabaña se encontraba aquel joven pelinegro beta, el pelinegro al abrir los ojos, sintió un pequeño pinchazo en su corazón. Lágrimas se acumularon en sus ojos por sus recientes recuerdos, aquellos recuerdos algunos reales y otros inventados, antes de tener tiempo de llorar, la puerta de su habitación se abrió y un joven entro por ella.
– ¿Quién eres? – pregunto asustado, mirando hacia el alfa rubio que tenía en frente.
– Tranquilo, me conoces, soy jay, HueningKai. Ahora estas a salvó.
1 semana atrás
POV JAY
Mi vida dio un vuelco bastante grande estos últimos meses, es una historia muy entretenida, pero es para otro día. Me encontraba caminando por los alrededores de mi "manada" cuando mi lobo se alteró.
– "¿Hueles eso?"
– ¿Qué cosa? – luego un intenso olor a sangre me llego, corrí hacía el lugar donde se encontraba el causante, vi el cuerpo casi sin vida de HueningKai.
– ¿Qué hago? – le pregunte a mi lobo.
– "Salvarlo, es lo que Sunghoon habría hecho"
Obedecí a mi lobo y me lance a ayudar a kai, una vez fuera del agua lo lleve a mi cabaña, sus heridas estaban muy mal, comenzó a convulsionar y luego se quedó quieto.
– "Revisa su pulso" – no tenía, fue entonces cuando entendí, él había muerto.
– Murió...
– "Aun no es tarde"
– ¿De qué hablas? ¡No ves que ya no respira!
– "Dale de tu sangre"
– Estas loco, él es un beta, mi sangre no lo curará.
– "Ahora eres un alfa, tu sangre es más poderosa, debería funcionar, además, se lo debes"
Él tenia razón, deje de pelear con mi lobo y obedecí, mordí mi muñeca y sangre comenzó a salir lo puse en los labios de HueningKai, costo mucho cerrar todas las heridas, pero al fin lo logre. Iba a esperar a que despertara, pero sabía que se tardaría mucho en hacerlo. Había perdido demasiada sangre y su cuerpo estaba descansando.
– Cuídenlo – les dije a unas betas que pasaron por ahí, ellas asintieron y entraron a la cabaña.
