Tulipanes rojos

1.1K 135 57
                                    



Soñar, últimamente se había vuelto una acción demasiado fácil de realizar. No necesitaba dormir, ni siquiera imaginar mucho más allá de su propia realidad. Solo un poco de esperanza, el momento adecuado y la valentía necesaria.

Porque eso que descubría hace poco más de un año atrás, que parecía casi imposible, ahora, se veía realizable; alcanzable.

Caminar, con Hinata a su lado, sin nada que ocultar más que esas palabras que aún no se atrevía a revelar, lo dejaba tranquilo.

—Así que, cuando regrese, mi jardín debería dar sus primeros brotes.

La voz de ella se escuchaba alegre mientras conversaban y le contaba del pequeño espacio que estaba armando en su balcón a base de maceteros con rosas y otras flores. Y mientras hablaban, se giró hacia él en la esquina en que se deberían despedir. Ese día ella partía a una misión por un par de días.

Con un divertido gesto en su rostro, que advertía que recordaba algo, sacó de su bolso un pequeño frasco de vidrio y se lo entregó. Lo tomó, y la miró esperando una explicación mientras no podía evitar sonreír al saber que ella había preparado algo para él.

—Es para la herida que te hiciste en tu última misión—explicó—, te ayudará a cicatrizar.

Dicho eso, Hinata desvió la mirada al suelo, algo nerviosa al no saber como despedirse. No era la primera vez que se iba de misión, pero de alguna forma, cada día que pasaba, separarse se hacía un poco más complicado. Porque a medida que el tiempo transcurría, sus miradas se encontraban y una agradable tensión se formaba entre ellos, como si ambos esperaran concretar algo que no se atrevían a decir, e incluso a reconocer.

Y, cuando sus miradas se encontraron, esa dulce incomodidad los envolvió.

Dio un paso hacia ella, mientras mano buscó la suya de forma automática, enredando sus dedos en una suave caricia que Hinata respondió. Eran acciones suaves y sutiles que comenzaban a normalizar.

—El festival...—le dijo, indeciso de si se acercaba un poco más o esperaba otro poco para actuar—. Vamos juntos al festival, cuando regreses.

Ella lo miró un momento más, dudosa entre hacer o decir algo más, o quedarse ahí sin avanzar. Dio un medio paso hacia él, y luego retrocedió arrepintiéndose.

—Ok.

Se soltó con suavidad y dio un paso más hacia atrás mientras se despedía con una seña y comenzaba a correr para perderse entre las calles.

No supo cuanto tiempo estuvo detenido mirándola partir, ni cuanto rato estuvo pegada esa sonrisa boba en su rostro al saber que ella había aceptado abiertamente una salida con él.

Tal vez, la próxima vez se atreviera a avanzar un poco más.

—Oh, vaya—escuchó decir a su lado—. ¿A que se debe esa soñadora sonrisa?

La inconfundible voz de Lee, que venía caminando con Chouji y Sakura se dejó escuchar.

Se giró, algo avergonzado y por primera vez se permitió actuar un poco más infantil.

—Hinata—respondió—, irá conmigo al festival.

Sakura, dando un paso hacia él y mirándolo con actitud sospechosa, lo enfrentó.

—Tú te traes algo con ella—dijo—¿no es así?

En un gesto nervioso que rara vez mostraba y una tímida sonrisa, llevó su mirada al frasco que tenía entre sus manos y admitió; porque ya no tenía que ocultarlo, y tal vez, solo quería anunciarlo.

SombrasWhere stories live. Discover now