Sakura-Harem [One-Shot]🔞

Un bonito fastidio [ShikaSaku]

—¿Iba sola? —musito tomando mis cosas.

—No, Haruno estaba con ella. Esa chica, es muy bonita ¿no la has visto de cerca? Tiene pequeñas pecas en sus pómulos, se ve tierna —inquiere.

No, no la he visto de cerca ¿por qué? Porque decido evitarla a toda costa.

¿Por qué lo hago? Porque ha de ser insoportable, la típica chica engreida y coqueta que se creen las reinas del universo. Y odio eso.

Pero no a ella, y es que por el momento sólo su físico es lo que me atrae. Está mal, lo sé, pero es mejor ser sincero y no hipócrita.

—No y no quiero —espeto.

—Deberías, es muy amable. La otra vez me invitó a unas papas, estábamos con Ino en la cancha de fútbol —dice.

Salimos del salón y me detengo al ver que ella viene en nuestra dirección.

Su cara de aflicción me hace fruncir el ceño.

—Sakura ¿sucedió algo? —pregunta el chico a mi lado.

—Perdí mi liga.—dice sin detenerse, pasa por nuestro lado y entra rápido al salón.

Yo sólo hago una mueca y sigo caminando. Como si no tuviera dinero para comprar otra.

—Deberíamos ayudarla —me detiene Chouji.

—No, ya es tarde —sigo caminando.

Pero me toco algo en los bolsillos y ahí caigo en cuenta que la liga la tengo yo. Que idiota.

En verdad no me recordaba.

Si, claro.

¡Que si!.

Me giro sobre mis talones y me adentro al salón para encontrarmela en el piso buscandola con la lámpara de su celular.

Se ve abatida y muy preocupada.

Ni que fuera para tanto.

—¿Tan importante es?.—pregunto con sarcasmo y ella levanta la vista poniendose de pié.

—Fue un regalo de alguien especial, si, si es importante —contesta preocupada.

—Me imagino que fue el Uchiha quien te la dio, pues dile que te compre otra —digo.—y listo.

—Pero... ¿que carajos?.—frunce su ceño y por primera vez la escucho decir una grosería.

—¿No fue él? Dijiste especial y ya que es tu novio pues...

—Cierra la puta boca, y no hables estupideces —espeta.

Pero que carácter.

No, no hagas que me atraiga.

—¿No fue él?.

—Eso no te importa y si sólo vienes a interrumpir mi búsqueda, es mejor que te vayas.—farfulla.

Saco la liga y la pongo en una mesa.

—Aquí está, para que dejes de llorar maldita niña mimada.

Sus ojos se abren en sorpresa y corre hasta ella pero la vuelvo a tomar levantandola en alto.

—¡Oye! —trata de sujetarla —¡eso es mío! ¡Damelo!.

—No, hasta que me digas quien te la dio. —soy mucho más alto que ella, así que es imposible que la alcance.

—¡Eso es privado! —salta y salta pero no puede tomarla.

—Pues tendré que tirarla.—me encojo de hombros.

—¡No! ¡no por favor!.

Me giro y me toma de la mano y es ahí donde la miro a los ojos; pero que hermosos ojos.