➳ Capítulo 11.

2.2K 231 122
                                    

...

—¿Qué haremos? —interrogó Nozomi, apartando un mechón de cabello de su rostro mientras tomaba un sorbo de su café.
—Lo planifiqué todo anoche. —Sunghoon sonrió con orgullo—. Cuando terminemos de desayunar, te llevaré a ese acuario al que me dijiste que querías ir. Después iremos juntos a comer a un restaurante, por la tarde te llevaré a patinar y a tomar un helado, y lo que haremos de noche es una sorpresa.

Siguió comentando su idea de lo que harían ese día, yéndose por las ramas y contando anécdotas de por medio. Nozomi escuchó atenta, sorprendida por la dedicación que el pelinegro puso en su salida, y al final hizo una mueca de timidez y tapó sus mejillas con una mano para ocultar su vergüenza, y el posible sonrojo que esta causaría.

—Me encanta —confesó—. Creo que nos lo pasaremos bien.

Sunghoon hizo una mueca vergonzosa y siguió comiendo de sus tostadas mientras charlaban.

—¿Estás nervioso por la competición de mañana? —inquirió.
—No mucho... —respondió el más alto jugando con una cuchara de maders, haciendo esta trizas. Nozomi rio ante aquella clara muestra de nervios que contradecía sus palabras—. Lo único que me altera es que tú me vayas a ver —reconoció, cabizbajo, ocultando una pequeña sonrisa.

Nozomi, al igual que él, sonrió, pero esa sonrisa era juguetona. “¿Te da vergüenza que te vea patinar?” preguntó en un tono que concordaba a la perfección con su expresión. A lo que Sunghoon soltó un "¡No!" Muy adorable que hizo a Nozomi estremecerse, y durante unos segundos se quedó perpleja, pretendiendo estar normal, pero por dentro algo revoloteaba en su interior.

Tras unos minutos más, se marcharon de allí.
Sunghoon usó prestado el coche de su padre para llegar hasta el acuario. Tardaron una media hora perfectamente llena de sus voces cantando a todo pulmón en el interior del coche, repletas de alegría. Cuando él aparcó, ella se percató de la realidad nuevamente y se bajó.

—¡Vaya! Incluso el edificio es bonito —exclamó la japonesa admirando los exteriores azulados y en forma de pecera del lugar.

Como respuesta, él tomó su mano para así llevarla rápidamente hacia el interior.

Nozomi y Sunghoon comenzaron a observar los acuarios, la primera nombrada con mucha más emoción. Sunghoon disfrutaba del lugar, pero más aún de su pequeña amiga expresando sorpresa al ver la diversidad de animales marinos que había.
El tamaño de estos iba aumentando conforme avanzaban, y llegaron a una parte de tiburones.

—Vaya... —quedó impresionada, observando con atención cada movimiento de estos animales.

Soltó por primera vez la mano de Sunghoon, que había mantenido sostenida durante todo el camino, para señalar uno de estos que nadaba con vigor.

—¡Es enorme! —chilló emocionada.

Sunghoon se limitó a asentir mientras, en su interior, no le cabía el corazón. Lo que por fuera expresaba con una simple sonrisa ladeada que mostraba uno de sus hoyuelos y que captó durante un segundo la atención de la chica, por dentro eran pequeñas mariposas revoloteando en su estómago.

—¿Sabes? Estoy segura de que si me hubieras visto en esta situación cuando nos conocimos, me hubieras dicho algo como "¿Tienes cinco años?", pero ahora estás tan solo observándome. —Nozomi sonrió—. Eso me gusta, no sé qué te ha hecho cambiar repentinamente, pero me alegra, me gusta mucho este Sunghoon.

La miró desafiante.
—¿Sí? ¿Te gusta? —dijo, burlón.

Ella apartó la mirada poniendo los ojos en blanco, y la risa risueña y satisfecha de él de fondo, una vez ella se volvió a concentrar en los peces al otro lado del cristal, le hizo sonreír.

𝐏𝐈𝐀𝐍𝐎 | Park Sunghoon | RESUBIENDOUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum