8. Compartimos cama

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Pero el beso no llegó.

—¿Qué estás haciendo? —me preguntó Alex.

Abrí un sólo ojo, sin moverme. Ella aún seguía sosteniéndome. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración.

—Espero por mi beso. —Saqué pico.

Alex soltó una carcajada y medio segundo después sentí su dedo pulgar contra mi labio inferior. Lo empujó dentro con suavidad para hacerme separar los labios y fue entonces cuando me besó.

Pero no fue sólo un beso lo que sucedió en ese momento. Fue más.

Fue su cuerpo empujándome hacia atrás, su mano en mi espalda baja para mantenerme cerca y la otra en mi barbilla. Fueron sus labios acomodándose entre los míos y esa misma sensación de adrenalina en el pecho que me dio cuando bajé corriendo las escaleras de la facultad luego del directo.

Pero no fue el beso lo que me hizo sentir así.

Fue ella.

Me separé aterrada. Alex me soltó y me miró confundida, pero antes de que pudiera inventar algo, los escuché: Adrián y Santiago hablando.

Debían de estar volviendo del súper.

Oí el tintineo de unas llaves y ni siquiera lo pensé. La empujé con fuerza escaleras arriba.

—¡Corre, corre, corre! —le grité en un susurro.

Ella trastabilló y soltó una palabrota, pero el terror en mi voz la hizo reaccionar y comenzó a subir sin siquiera preguntar qué sucedía. Fui detrás de ella con el corazón a punto de salírseme, temiendo que nos hubieran visto, pero no me detuve hasta que llegamos a nuestro piso.

—¿Qué está pasando?

Metí la llave en la puerta, la abrí y señalé adentro.

Detrás de nosotras el ascensor se detuvo.

Grité y empujé a Alex adentro sin darle ninguna explicación. La seguí y derribé Noah por accidente cuando me metí, pero no me detuve a ver si estaba bien.

—Ve a mi cuarto —le ordené mientras la empujaba—. Y quédate ahí hasta que te diga que salgas.

Creo que intentó protestar, pero le cerré la puerta en la cara cuando conseguí meterla y corrí de regreso a la cocina.

Apenas llegué a destapar la cacerola con la salsa cuando la puerta se abrió y los chicos entraron charlando.

Noah aún seguía en el suelo.

-.-.-

ALEX

¿Acababa de ser secuestrada?

¿Debería preocuparme? ¿Llamar a la policía?

Miré a mi alrededor, al que parecía ser el cuarto de Jessica.

Era mucho más pequeño que el mío, pero también más ordenado y limpio. Incluso olía bien, como si acabara de echar desodorante de ambiente.

Un murmullo de voces comenzó a oírse desde el otro lado y apoyé la oreja contra la puerta. Me parecieron oír voces masculinas y luego a Jess respondiendo algo. Incluso desde aquí podía oírla nerviosa.

¿Así la había dejado mi beso? Wow, no sabía que besaba tan bien.

Miré la hora en mi teléfono para asegurarme de que no fuera muy tarde en lo que aguardé a que Jessica volviera. Estar con ella era muy divertido y todo, pero no quería volver a casa en plena madrugada.

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora