3- Dos almas

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Gigen limpio sus heridas con ayuda de Helim, que también iba con ellos, Yuuri indicaba lo mejor posible qué tenían que hacer, poniendo lo mejor de su parte también, como paciente.  El rubio que parecía mandar su pequeño grupo, se llamaba Yuri, algo que no pudo evitar hacer reír al pelinegro, pues jamás pensó que tendría un alcance de nombres en esas tierras. 

— Katsuki, llamarme así — Le indico al de ojos verdes con una sonrisa. 

— ¿Cómo es que hablas nuestro idioma? ¿Hace cuanto estas en Yuixia?— Pregunto el rubio. 

— Dos veranos ya, pero solo Gigen enseñarme a hablar mejor— Yuri rio llamando la atención de su guardia, quien al pasarle una taza de latón con infusión caliente no pudo evitar levantarle una ceja buscando molestarlo. 

— ¿Qué miras? Habla tierno— Admitió volviendo a reírse y aceptando la taza. 

— ¿Hablo tierno? — Pregunto Yuuri tras entender lo que había dicho el rubio. 

— Bueno... hablas como lo harías los niños que recién están aprendiendo, tu tono de voz es muy amable así que si, definitivamente eres muy tierno— Yuri noto como la mujer de pelo blanquecino hablaba más lento para ayudar al de ojos rasgados a entender, cuando las palabras fueron finalmente captadas por Katsuki, un leve sonrojo surgío en sus mejillas. 

— Seré mejor luego— Afirmo el de ojos rasgados. 

Otabek ayudo a la mujer de pelo blanco a dar de comer a Yuuri, debieron cambiar sus vendas con sumo cuidado para no remover lo poco que había logrado curar de sus manos, solo cuando quitaron todo el vendaje Yuri pudo ver que además de faltarle uñas tenia trozos de piel que parecían arrastrados por fricción, Otabek se ayudo de un pequeño cuchillo para removerlos tras hacer la hoja pasar por el fuego. 

— ¿Cómo hizo eso?— Le pregunto Yuri. 

— Piso fuerte fuerte— El de pelo negro hizo el gesto con sus propios pies, moviéndolos con alevosía cuando presionaba la punta contra la nieve... así que Baazar le arranco las uñas de un pisotón contra el suelo... era bestial, pero lamentablemente a Yuri no le asombraba, era normal que los chicos se reusaran a entrar al cuerpo de caza de Baazar, usualmente Víctor enviaba veteranos junto con él para evitar abusos y roces innecesarios. 

Kian y Yuuri durmieron tras comer al medio día, mientras que Otabek y Helim salieron a los alrededores para atrapar algún animal que comer por la noche. Al contrario de a lo que se había predispuesto Gigen al ver al rubio y su guardia, la tienda que montaron la utilizaron para todos, rotando la guardia entre él, su guardia y Helim. 

Yuuri se reusó a seguir siendo cargado al día siguiente, a pesar que se mantenía con fiebre y la piel pálida. Cuando llegaron a las orillas del gran rio, tanto Yuuri como Gigen se sorprendieron de que hubiesen bajado aquellos cerros tan pronto y, justo en la rivera, un barco pequeño les esperaba junto a su tripulación. 

— Tardaste mil años— Se quejó uno de los tripulantes, los integrantes en general llamaron la atención de Yuuri, ya que no tenían los típicos razgos que veía en aquella tierra de blanca nieve y grandes animales, si bien la mayoría tenia ojos claros, sus pieles no eran del pulcro color blanco que Yuuri se había acostumbrado a ver, y no había pista de largos cabellos platinados o albinos.

— Cierra la boca, Chris. 

— ¿Quizá nuestro general quiera comer algo? — Se asomo un chico de piel morena y ojos grises con una amable sonrisa. 

— Adularme no te servirá de nada Jean, sigo odiándolos a todos ustedes— Le reprendió el rubio. 

— ¡Oh, vamos! no puedes odiarnos a todos— Le respondió el moreno pasándole de todas maneras al rubio un plato con comida caliente. 

Tierras BlancasWhere stories live. Discover now