San Valentín es cuando queramos que sea

32 6 15
                                    

No dormí nada, a pesar del cansancio, la noche se me hizo eterna, por lo que me tomé todo el día para dormir.

¿Les ha pasado que tienen el corazón roto, y es como si no sintieran nada? Espera, ¿dije corazón roto? ¡Oh, mier...!

Apenas dieron las seis de la mañana, me dio sueño, y aquí estoy, despertando hasta las cuatro de la tarde, con el sonido del celular.

—¿Hola...? —contesto sin mirar quien es, todavía con los ojos cerrados.

—Nena, creí que te había pasado algo... —¿Por qué los pterodáctilos asesinos de mi panza siguen emocionándose? ¿No entienden que no es real? Mald...

—No, Dan. Lo siento. Me quedé dormida apenas llegué a la cama anoche. «Mentirosa», me grita la voz fastidiosa de en mi mente.

—Está bien, solo me preocupé.

—Lo siento...

Y se instala un silencio incómodo donde solo escuchamos nuestras respiraciones. No quiero ilusionarme de una ilusión.

—Te llamaba porque...

—¿Para qué llama...? —decimos al mismo tiempo pasado unos largos segundos. Se ríe, y me estremezco.

—Quiero salir contigo... ¿Podría ser hoy nuestro San Valentín?

—¿Nuestro...?

—Sí, ayer trabajamos...

Estoy a punto de usar la almohada de amortiguador de ruidos y gritar de enojo. Me arde el pecho de decepción. La embarré en grande.

—Dan, yo...

—Piénsalo, ¿sí? Y si no puedes hoy, todavía tenemos mucho tiempo.

—Dan...

—Piénsalo, por favor.

—Está bien, lo haré. Adiós, Dan.

—Hasta pronto, nena.

Al final, por insistencia de Dan y consejo de Cris y de mamá, «Si tenía que resolver algo con Dan, debía hacerlo cara a cara», por lo que acepté la "cita". Lo único bueno es que por lo menos ya no es San Valentín.

Dan me pidió que fuese al lugar acordado, no pasó por mí, lo que se me hace raro, pero aquí voy. Dispuesta a cortar todo lo que no pasó. Llego al sitio, es de noche y solo puedo ver una luz encendida.

Es un pequeño parque. Dan está esperándome en la entrada, y me pide que confíe en él, y lo sigo. Me toma de la mano y es inevitable imaginar lo que pudo haber sido.

Como la torpeza me persigue, aunque intento zafarme de su mano, tropiezo con mis propios pies y me aferro más a él. Caminamos juntos por un largo pasillo de baldosas, escuchando los sonidos de la noche, con pequeñas lucecitas que iluminan el camino. Parece mágico y tengo ganas de salir corriendo.

¿Todo esto por mí? No, no por mí. Siento la opresión en mi pecho, la culpa.

—¿Te gusta...?

Mierd... Lo notó.

—Está hermoso, Dan. Gracias. —Parece tranquilizarlo, me aprieta la mano, y confirma con una sonrisa de orgullo.

—No es por presumir, pero lo hice todo yo.

Ay, madre de todos los cielos, ahora sí quiero llorar. Mis ojos se cristalizan, y cuando veo que es lo que hay al final del camino, estoy segura de que voy a colapsar.

La luz tenue, una linda alfombra felpuda está extendida en el suelo de un pequeño bohío, una cajita de bombones y lo que creo que es comida para dos, en el fondo miles de luces de navidad blancas simulan un cielo estrellado, se escucha de fondo Falling like the stars y es inevitable que lagrimee.

¿Poción de amor?Where stories live. Discover now