Feliz San Valentín, Dan

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Catorce de febrero.

Vegetal: - Siempreviva.

Animal: Pluma de Pingüino.

Mineral: Cuarzo.

Humano: Una lágrima de felicidad.

Todos los ingredientes y la pócima de amor lista. Voy de camino al restaurante y, por cierto, me negué hacerle el postre de chocolate a Dan, para evitar evocar imágenes tipo R de la cucharita en su boca y...

Hoy a todos nos toca ayudar, en casa y en el negocio. Es un día de mucha venta, muy estresado, por lo que aproveché la madrugada para hacer la pócima, la llevo camuflada en el envase del refresco que se creyó fuente cuando lo destapé.

Apenas llegamos al restaurante se siente el estrés del día de hoy. Servimos las tres comidas con postre, y sus especiales, para cuando se hace casi las nueve de la noche, estoy hecha trizas.

—Me voy —Cris anuncia—. Y, por cierto, te esperan afuera. —Sale de la cocina. Ya no queda nadie, solo ella y yo, le dije a mamá que se fuese a casa en cuanto cerramos. Si yo estoy agotada, ella aún más.

Cuando salgo a la barra, Dan está esperándome.

—¿Hola? —pregunto, porque no entiendo qué hace aquí.

—Vengo por mi pastel del chocolate. —Me guiña, y me cruzo de brazos.

—Ya cerramos, estoy terminando de ordenar todo allá atrás. Es San Valentín, ¿no deberías estar en alguna cita?

—Nop —responde todo casual, con el ceño fruncido.

—Bueno, necesito terminar allá atrás, ¿me acompañas? —Asiente, y pasa a través de la puertecita de la barra para seguirme—, espérame aquí un momento, voy al baño —anuncio y salgo disparada.

«¿Qué hace Dan aquí? ¿Qué se supone que haga?». Vacío mi vejiga, y me quedo un ratito más para ordenar la maraña de nudos que es mi cabello, y aplico un poquito de labial. Nada muy elaborado. Y ya me veo mucho mejor. Sonrío.

Vuelvo a la cocina, y veo que Dan se pasea mirando todo con cuidado. Parece que nunca había estado en la cocina de un restaurante.

—Ya estoy aquí. —Anuncio y se voltea con una sonrisa de esas tontas. Recorcholis.

Las abejas asesinas de mi estómago me van a matar.

—Hola. —Se acerca a mí, y ladea un poco su cabeza—, tu sonrojo es lindo.

Chernóbil en su momento debió estar tibia en comparación a como siento mi rostro.

—¿Tienes planes para hoy?

—La verdad, dormir. Estoy agotada.

—Está bien, nena. Te entiendo. También tuve que trabajar hoy. —Pone sus manos cálidas en mis hombros y masajea, por instinto cierro mis ojos y un sonidito de placer sale de mi boca.

—Maggie quisiera pasar la noche así, pero debemos irnos.

Despierto de mi ensoñación, y recuerdo la poción. ¡Rayos! Me apuro a tomar la lata de refresco, y noto que no tiene el mismo peso que tenía cuando lo dejé ahí antes de ir al baño.

Compruebo que si se ha derramado y... Ay, no.

—Dan...

—¿Sí? —Ay, dios de todas las cosas mal hechas. Volteo y me mira con las cejas juntas.

Cielos. No, no era para él.

—¿Te sientes mal? ¿O algo raro? —pregunto, observo con detenimiento si tiene algún efecto raro en su aspecto, pero no.

—No, nena, ¿sucede algo? —Ay, nene, ahora soy yo quien duda de ese, «nena».

—No, Dan. En un minuto nos vamos.

Y como autómata, termino de ordenar lo que falta en la cocina, compruebo las llaves del gas, y salimos. Iba a tomar un taxi, sin embargo, Dan se ofreció a llevarme, en el camino estuvo bastante hablador, muy por el contrario, a mi estado de ánimo.

No esperaba que él se tomara la pócima. No imaginé que me sentiría de esta manera luego de tanto esfuerzo. Dan se tomó la pócima, y la persona que vio luego de tomársela fui yo.

—¿Te pasa algo, Maggie? —pregunta, Dan una vez apagado el motor.

—So-Solo estoy cansada. —Me mira con esa sonrisa tierna, y aunque me encanta, ya no me la creo.

Este ha sido otro... "Maldito San Valentín".

—Está bien, nena. —Baja, rodea la camioneta, y me abre la puerta con la misma sonrisa en el rostro. Si tan solo fuese de verdad...

—Gracias por traerme.

—Siempre es un placer, nena. Feliz San Valentín.

Ja... Si solo supiera. Y no tengo idea cómo revertir el efecto de la poción.

—Feliz San Valentín para ti, Dan.

Me abraza dejándome sin aliento, es tan cálido sentir sus manos, suave y ligero. Su cuerpo cubre el mío. Una lágrima resbala en mi mejilla, siento su humedad y la aparto con mi mano antes de soltarnos del abrazo.

Ni siquiera comenzó nada... Y ya lo arruiné. Se aparta, me regala una sonrisa, mientras se despide y sube a la camioneta.


Clasificación R: Una película clasificada R, a juicio de la Junta de Clasificación, contiene algún material para adultos. ... No se permiten niños menores de 17 años asistir a películas clasificadas R solos sin un guarda paternal o adulto.

 No se permiten niños menores de 17 años asistir a películas clasificadas R solos sin un guarda paternal o adulto

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