¡Felicidades!

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Narra Abril

Termino de concretar todos los detalles sobre el partido de Paintball. Tiene que ser perfecto, especialmente porque tengo unas ganas inmensas de darle una paliza a Dylan. Suspiro agotada después de una llamada de veinte minutos con el dueño del sitio y dejo caer mi cuerpo sobre el abdomen de Blake.

Esta mañana he hecho una ruta con mis padres y mi primo Josh, así que llevo toda la tarde lo que se conoce coloquialmente como "molida". Sinceramente no sé cómo ha surgido una idea así. Mis dos padres siempre están ocupados con el trabajo, y en su tiempo libre se encuentran tan exhaustos que prefieren quedarse viendo la televisión o leyendo.

La ruta no era gran cosa, era un trayecto largo que por poco nos deja a mis padres y a mí a medio camino, donde solo valía la pena la cueva del final, que para qué mentir, no era gran cosa. Sin embargo, el hecho de haber experimentado algo nuevo con mis padres me ha sacado más de una sonrisa.

Siento que se están saliendo de su zona de comfort por mí y me hace más feliz de lo que ellos creen.

—¿Quieres irte a dormir ya? –me pregunta jugando con mi pelo.

—La verdad es que estoy agotada pero no quiero dormirme hasta que den las doce.

Queda exactamente media hora para que comience oficialmente mi decimosexto cumpleaños, y para especificar, el último. Tal vez sea una tontería pero me hace ilusión que alguien me envíe justamente a las 0:00 un mensaje, y cuando digo alguien me refiero a Dylan.

He visto como mucha gente lo hace, yo misma se lo hice a Carly el año pasado aunque ella no a mí. Bueno, en realidad, nunca nadie me lo ha hecho a mí, ni siquiera Blake.

No quiero ilusionarme porque sé que la gente tiene muchas cosas en mente como para estar pendiente de mandar un mensajito a una hora concreta, pero esa clase de estúpidos detalles son los que siempre he anhelado, pero nunca he tenido.

Un sentimiento de tristeza me inunda sin poder evitarlo y noto como el pecho se me hunde. Soy una dramática y odio que todo me afecte tanto, sobretodo cosas de ínfima importancia como estas. Me siento inútil cuando me pasa, sin embargo, por más que lo intento no lo puedo evitar.

—De acuerdo. ¿Está todo organizado ya? –me pregunta refiriéndose al partido de Paintball.

—Todo. Ya están las plazas, la barbacoa y el autobús que nos llevará reservados –contesto orgullosa por mi organización.

—¿Y es seguro? Me refiero, llevas llamándolo guerra desde que me hablaste por primera vez de la idea.

—Es que es una guerra. Aunque sorteemos luego los equipos Dylan y yo somos los capitanes. ¿Si eso no es una guerra que lo es sino? –respondo con obviedad.

—Bueno, podría ser mejor una batallita –me debate Blake.

—¿Batallita? ¿En serio? Si se tratara de un certamen de química no me estarías diciendo lo mismo. Vamos a ser un ejército de adolescentes con una equipación militar de mentira y pistolas con balas de colores, es como si estuviéramos dentro de un videojuego family friendly. Además, ganar una batalla es una victoria momentánea, si aplastas al enemigo y ganas la guerra, eso es LA victoria –argumento con ímpetu.

—¡Estás loca! –ríe Blake incorporándose y dándome un beso en la boca –. Aun así, tomémonoslo con calma. No es necesario que nadie se sobreesfuerce.

—¿A qué viene tanta preocupación? –me extraño.

Blake suele ser precavido cuando se trata de algo que me involucra. Instinto sobreprotector supongo, pero esta vez está insistiendo demasiado. Además, ¡es el capitán del equipo de fútbol americano! ¿Qué mejor que un partido de Paintball para explotar sus habilidades.

Tres meses para amarteWhere stories live. Discover now