38: Cena en casa de los Nie: Carne de caza

102 19 31
                                    

El banquete no tardó en empezar. De haber sido un banquete de corte usual, todo hubiese estado estrictamente jerarquizado. Sin embargo, Nie MingJue había planteado aquello de una forma mucho más distendida. Los asientos no estaban asignados de forma exclusiva y cerrada. No se había previsto una separación entre los generales y sus segundos al mando, por lo que nadie vio extraño que HuaiSang se pegase a un joven Lan y a Lan XiChen, en vez de sentarse al lado de su hermano. De hecho, el banquete daba pie a que la gente se mezclase y se formasen grupos de conversación distintos, sin llegar a sentarse si quiera.

La mesa central era la que se iba alimentando con comida y las laterales, en torno a ella, estaban dispuestas únicamente para quien quisiera sentarse. Y como una peculiaridad, la mesa de las bebidas, también tenía caldo de carne. Nadie entendía porque en vez de servir sopa se había tomado tal decisión, pero para los Lan casi resulto un alivio. Principalmente porque a excepción del té, era la única otra bebida que no contenía alcohol. Jiang Cheng no tardó en hacerse con una jarra de hidromiel por consejo de HuaiSang. Y aunque el sabor le encantó, supo desde el primer momento que era peligrosa. Sobre todo, si tenía a alguien que rellenaba su jarra antes de que se diera cuenta de que estaba vacía.

Los platos de vegetales y verduras fueron vaciados casi en su totalidad por los Lan, mientras el resto de invitados atacaban directamente a las carnes presentadas de distintos modos. Más de uno levantó una ceja a ver a Jiang Cheng, vestido con el uniforme Lan, ser uno de los primeros en llenarse un cuenco con estofado de ternera y además, agregarle algunas especias de condimento. Y mientras los Lan parecían reprobar tal comportamiento, los Nie se rieron. Prácticamente ya estaban apostando mentalmente quien sería el primero en decirle algo y llegarse un latigazo en la cara por ello.

Fue HuaiSang el primero en reprocharle, y no por su elección, sino por arruinar el sabor del estofado con la pimienta. Jiang Cheng solo lo ignoró y se llevó la primera cucharada a la boca de inmediato y empezó a masticar sin compasión la pimienta, que crujía entre sus dientes, para consternación del más joven. El picor era más que tolerable para él. Una vez que sobrevivías a la comida de Wei WuXian, nada era demasiado picante. Aunque no dejó de verse sorprendido por la profundidad del sabor de la carne. Prácticamente casi se ahoga con la carne cuando HuaiSang le confirmo que se trataba de carne de yak.

Jiang Cheng había tenido que acompañar en varias ocasiones a pequeñas incursiones de jóvenes que se adentraban en los bosques para capturar un par de ejemplares de búfalos de agua que pudiesen ayudar a los campesinos. Sabía bien lo difícil que era apartarlos del grupo sin herirlos ni matarlos. Normalmente siempre había alguien que pagaba lo suficiente para quedárselo y domesticarlo. Por supuesto, después del tiempo suficiente como para que se hubiese apareado con todas las hembras que pudieran tener los campesinos para los que realmente lo cazaban. El animal valía demasiado como para simplemente consumirlo como carne.

Saber que se estaba comiendo una versión peluda del mismo, le resulto, cuanto menos, sorprendente e inquietante. ¿Qué tan importante era el clan Nie? Ya había estimado que sería una familia bastante poderosa, no por nada estaban relacionados con los Lan y eran los encargados de proteger las fronteras. Tendría que interrogar a HuaiSang en privado. Tal vez había subestimado la capacidad de acceder a las artes que HuaiSang había demostrado.

Pronto un par de soldados Nie se acercaron para conversar y hacer algunas recomendaciones sobre lo que debía probar de la mesa. Jiang Cheng agradeció tanto el consejo, como el darle pie a una conversación. No pasó mucho tiempo antes de que estuviese completamente integrado en la fiesta, y en las mismas conversaciones que algunos de los segundos al mando con los que no había podido hablar antes. Sabía que tenía unos cuantos pares de ojos vigilando cada uno de sus movimientos. Su padre siempre había dicho que aquellas reuniones eran un campo de batalla distinto, pero un campo de batalla al fin y al cabo. Empezaba a pensar, que tal vez no estaba tan equivocado.

Intentar lo imposible, encontrar lo inesperado. [HIATUS]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu