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Acostada en mi cama con ganas de morir, así me siento.

Apenas llevamos tres días en Brasil y, además de no aguantar la lluvia que no cesa y a mis colegas alias las cacatúas parlantes en los partidos, tampoco soporto la presión a la que no estaba preparada y para la que nunca lo hice o intenté.

Cumplirle el horario a Vanesa, entregar los archivos con fotos; sacar buenas fotos en momentos exactos, buscando el ángulo, la luz y la pose perfectas es algo que no me gusta, así como seguir encerrada en un país tan atractivo como lo es Brasil.

 Hace alrededor de dos años fue cuando me especialicé en un Diplomado de Fotografía Digital en Vancouver simplemente para tener una salida laboral en caso de faltarme en el mío, el Diseño, pero nunca creí tener que ejercer tan rápido, para una agencia, sin mencionar lo importante, exitosa y reconocida que es y por último con nada más ni nada menos que con la selección.

Estresada y agobiada deseando un kilo de menta granizada, así estoy mientras busco como cambiar el idioma a la televisión.

—Si son Leo o el Papu no pasen—Soy sincera, no tengo ganas de ver a esos dos simplemente para que me molesten por mi mal humor después del entrenamiento que tuvieron hoy y el cual me tocó cubrir.

Además, los periodistas ya están empezando a dudar del "favoritismo" hacia algunos colegas, por parte de la selección por el simple hecho de que me hospede en un hotel de la misma colonia después de haber llegado de improvisto y haber perdido la reserva en el hotel inicial.

—¿Y si es el Dibu?—Es imposible no reírme con los inventos del arquero, por lo que con una sonrisa me paro de la cama dispuesta a abrir la puerta, sin embargo, tengo la suerte de acordarme de la mascarilla de arcilla que tengo en la cara, el pijama que si Rodrigo lo ve lo prende fuego y el pelo hecho un desastre.

—¡Ahí abro!—Grito mientras corro hacia el baño para cambiarme y sacarme todo lo más rápido posible. Una vez lista, abro la puerta encontrando a un Emi mirando su celular y con una bolsa en la mano, alza la mirada y una sonrisa aparece en él rápidamente.

—El botón de tu hermano le contó a Scaloni que tenía helado escondido en el cuarto y me lo quiere tirar—Alza la bolsa—Me dijeron los pibes que a la única que le gusta la menta granizada es a vos—Y como por arte de magia mis ojos brillan de alegría viendo una buena en el día, por fin.—Si lo querés te lo regalo porque no pienso tirar la comida.

Hago un puchero enternecida porque me hayan tenido en cuenta y lo invito a pasar.

—Tu hermano en cualquier momento va a empezar a buscarme porque también conté que tiene una birra escondida ¿segura que encima no me va a matar por verme acá?

Suelto una carcajada por lo infantiles que son. Y conociendo a Rodrigo debe haber empezado él a sacar los trapitos al sol y después no se aguanta la toma.

—No tengo drama, ya estás adentro igual—Él se ríe y casi por inercia noto los rasgos tan particulares que tiene. Evitando quedar como una rara, cierro con llave la puerta porque si esto dos anduvieron peleando yo no quiero escándalos en mi cuarto y mucho menos andar siendo la comida de los periodistas por chismes baratos—Pensé que iba a morirme en Brasil sin volver a comer esto ¿Cómo la conseguiste?

—Tengo mis contactos—Busco los cubiertos descartables que nos dan en el hotel por los protocolos.—Mi hermano vive acá, me ayudo a pasarlo—Empiezo a servir—¿Qué hacías? Supe que estuviste bajoneada hoy.

—¿Tan rápido corre el chisme acá?

—La verdad que te sorprenderías—Me muerdo los labios en un claro gesto de incredulidad, aunque conociendo a los chicos, no debería, son la cosa más chusma que puede existir, a eso sumenle que son vagos y encima todos concentrados en un mismo hotel.

Copa América | Emi "Dibu" Martínez |Where stories live. Discover now