Cap 5 (✔️)

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Sentir algo moverse me despierta, tardo en recordar donde me encuentro y cuando levanto la mirada, termino de abrir los ojos al ver el rostro de Levi a pocos centímetros del mío.

Observo la posición en la que estamos, siendo yo la que está entre su cuerpo y el sofá; ¿Cómo no se cayó? Quito mi mano de su pecho, retrayéndola a mi cuerpo y volviendo a verlo.

Solo que este me observa con ojos entornados o tal vez, solo entrecerrados por el sueño; abro y cierro mi boca como un pez, sin saber que decir en una situación como esta. Siento el brazo que me rodea moverse a mi espalda y aunque quiero hacerlo, no llego a esconder mi rostro levemente sonrojado.

—Mikasa— le devuelvo la mirada, sintiendo más fuerte su agarre alrededor mío—, me voy a caer— se me escapa una risa y tiene que usar su otro brazo para apoyarse en el suelo y no terminar en él, lo retengo por el torso con uno de mis brazos y me incorporo un poco para dejarle algo más de espacio a su cuerpo.


No sé como termino con casi todo el cuerpo sobre el suyo, el peso no es problema para ninguno de los dos, pero de todas formas...

—Levi, no... no sé— frunzo el ceño, ofuscada con mis propias emociones.

Se queda en silencio, con los ojos algo más abiertos de lo normal y rehuyendo de mis ojos. Se relame los labios y relaja su expresión —. Ya es de día, maldita sea— bosteza, tapándose la boca.

—No pensé quedarme dormida.

—Yo tampoco, ni necesité ese té del demonio.

—No es té.

—Lo que sea.


Lo cómodo de la posición me hace sentir extraña y a la vez avergonzada, sé que él también está algo incómodo, pero no sabría como pedirle que se quite y tampoco estoy segura de si quiero que lo haga.

—¿Tienes ganas de desayunar?

Su respiración está calmada, pero estando recostada en su pecho, puedo escuchar sus latidos acelerados.

—No muchas.

—Yo tampoco— pienso—, Podríamos salir...— afuera—... Para limpiar la nieve—Contemplo, recordando que la entrada debe estar tapada con nieve.

—¿No te estorbaría?

Al fin se incorpora, medio sentándose y por lo tanto, permitiéndome a mi hacerlo, así deshacemos la especie de abrazo de antes.


—Puedes sostenerme la pala.


Pone los ojos en blanco, escapándosele una sonrisa.


—Vete a la mierda— se apoya en el reposabrazos del sofá para levantarse—, mocosa. —también me levanto, estirándome al darme cuenta del dolor muscular que obviamente iba a tener por dormir así—. ¿Mocosa, de nuevo?— cuestiono, sonriendo a penas.


—Sigo doblándote la edad.

Parecía decirlo a modo de recordatorio, pero. ¿Para quién?

—No exageres, tendrás... treinta— lo escudriño con los ojos, haciendo que me devuelva la mirada.

—Treinta y cuatro— bueno, casi me dobla la edad.

—Anda, toma dos panes. Voy sacando las palas.

Vira la mirada por mi tono mandón, pero gira sobre su sitio y se dirige a la cocina, por lo que yo salgo para sacar las herramientas del cobertizo.

ᴅᴇsᴘᴜᴇ́s ᴅᴇ ʟᴀ ɢᴜᴇʀʀᴀ (𝗿𝗶𝘃𝗮𝗺𝗶𝗸𝗮)Where stories live. Discover now