Profe por sorpresa IV

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Es el turno de Natalia, la pelota está en su tejado, debe decidir si seguir conteniéndose o dejarse llevar.

💛


El sábado, al despertar con un ligero dolor de cabeza, Natalia se llevó las manos a la cara y se frotó un poco los ojos antes de abrirlos y quedarse mirando el techo mientras rememoraba todo lo ocurrido durante el día anterior. Se lo había pasado genial y por mucho que quisiese mantener la mente fría y ser una persona racional, la sonrisa se le dibujaba en la cara sin pedir permiso.

Casi más como un acto reflejo que como un movimiento voluntario, cogió el móvil y entró al chat de Alba. «Buenos días», escribió, pero lo borró antes de llegar a mandarlo. ¿Qué tenía pensado hacer? ¿Escribirle y ponerse a hablar como si nada? ¿Pasar de todo y volverse a liar con ella? ¿Aceptar su propuesta de empezar algo y llevarlo en secreto?

Tantas preguntas no ayudaban a calmar su dolor de cabeza, así que intentó distraerse dándose una ducha, desayunando y haciendo un poco de limpieza general en el piso. El problema era que ni aun con toda la discografía de Pantocrator a todo volumen acompañándola en las tareas, era capaz de apartar a la rubia de su mente.

Mientras la profesora le daba vueltas al tema en su casa, Alba estaba en la suya con el sonido del móvil puesto a tope, aunque ella fuese más de tenerlo siempre en vibración, por si a la morena se le ocurría escribirle o llamarla. La sonrisa no se le había quitado de la cara en todo el día, a pesar de no haber recibido aún ninguna noticia de Natalia.

Suponía que necesitaría su tiempo para pensar y era consciente de que había muchas posibilidades de que la volviese a rechazar, pero con lo bien que habían estado la tarde y noche anterior, le era imposible no estar un poco ilusionada por lo que podría ser. Su cabeza le hacía imaginar mil escenarios y situaciones que podrían vivir si acabasen juntas, desde despertares en su cama hasta viajes a Islandia para ver las auroras boreales.

Parecía un poco precipitado soñar ya con ese tipo de cosas, pero es que Alba era soñadora por naturaleza, siempre había vivido más a través de las historias que se montaba en su cabeza, que a través de sus vivencias reales. Ya le pasó con su primera novia, que fue verla por primera vez y sin conocerla ya sintió algo, no algo superprofundo, obviamente, pero su intuición le dijo inmediatamente que si llegaba a conocerla, conectarían seguro, y así ocurrió, aunque claro, la cosa no salió como a Alba le habría gustado y al mes de empezar a salir, la chica de la que tan pillada estaba, decidió dejarla por otra. Aun así, la conexión había sido real, aunque se quedase en algo breve. La intuición de la rubia solía acertar en ese tipo de cosas y con Natalia también había sentido esa especie de flechazo, por lo que una voz en su cabeza le decía que entre ellas tenían que pasar más cosas, que su historia no se iba a quedar en cuatro besos y dos polvos.

El día fue pasando y a pesar de haber estado a punto de hablarle varias veces, Natalia no llegó a decidirse. Salió a que le diera el aire y quedó con Sandra y Araceli, dos profesoras de su misma facultad que se encargaban también de las partes prácticas de algunas asignaturas, así que rondaban su edad. Ese rato de tregua mental hablando de movidas de la universidad y tomando cervezas le vino de maravilla a la morena, que estuvo a punto de pedirles consejo para su situación con Alba, pero al final ni el alcohol hizo que cogiese la confianza suficiente para sacar el tema.

Al volver a casa, decidió que lo mejor sería irse a dormir pronto y dejar los dilemas para otro momento. Debió ser buena idea porque al despertarse al día siguiente, lo vio todo claro. A penas eran las nueve de la mañana, muy temprano para un domingo, pero ella se levantó con toda la energía del mundo y se metió en la cocina.

Multiverso Albalia | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora