Entre ovejas

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En un mundo alternativo que mezcla la actualidad con el medievo, Alba y Luisa se encuentran a una malherida Natalia a la que no dudan en socorrer. 

💛


Andaba a duras penas casi arrastrándome para esconderme en el bosque. No quería soltar la espada por si me tocaba defenderme, pero pesaba demasiado y me estaba ralentizando. El mundo me empezaba a dar vueltas y cada vez veía más borroso, por lo que acabé dejándola tirada mientras seguía avanzando. Mis manos entonces se ocuparon de taponar la herida de mi vientre, que era la más preocupante. Cuando ya no podía mantenerme en pie, me dejé caer contra un árbol, me quité la pulsera que me había regalado mi madre y la apreté contra mi pecho, imaginando que volvía a casa, que la abrazaba y ella me daba la mano bien fuerte para que no tuviese miedo, como cuando era pequeña.


***


Paseaba por el bosque buscando a Luisa, una de las ovejas del rebaño de mi padre. Tenía una gran afición por el escapismo y casi cada día me tocaba salir a buscarla ya con el Sol desaparecido del cielo. Mi padre era partidario de dejarla en paz, según él por una oveja menos no iba a pasar nada, pero yo le tenía demasiado cariño a todas y cada una de las integrantes del rebaño. No podía dejar que un lobo se la cenase y justo por las noches era cuando los animales más feroces acechaban en busca de alimento.

Después de más de media hora, al fin la vela que llevaba bañó con su luz a mi mullida amiga. La llamé, pero no me hacía ni caso, estaba tumbada contra un árbol y con el morro hacia él olisqueándolo. Cansada de su pasotismo me acerqué dispuesta a llevarla a hombros si fuese necesario, pero al llegar a su vera me encontré con una mujer morena debajo de ella. El susto inicial me hizo retroceder unos pasos, pero al ver que no había movimiento, volví a avanzar hasta alumbrarla con la luz de la vela. Era una mujer de pelo castaño corto con unas facciones afiladas y la tez extremadamente pálida. Mis ojos recorrieron su cuerpo intentando entender qué hacía allí y fue entonces cuando vi la sangre, estaba por todas partes en mayor o menor medida y había llegado incluso a manchar la lana de Luisa, que parecía haberse tumbado bien cerquita para proporcionarle el calor que le faltaba.

No sabía muy bien qué hacer, no podía dejarla allí, pero puede que al moverla le causase aún más daños. Lo primero pensé que era comprobar que realmente seguía viva, así que acerqué dos dedos temblorosos a su cuello buscando el pulso, no notaba nada y probé en la muñeca, ahí percibí un ligero bombeo, demasiado lento a mi parecer. Decidida a llevarla a casa, obligué a Luisa a quitarse de en medio y me encontré con que la chica era más larga de lo esperado. Tenía la fuerza suficiente para llevarla, estaba segura de que no pesaría más que las ovejas que acostumbraba a acarrear sobre mis hombros, pero claro, a una mujer herida no podía transportarla como a un saco de patatas.

La cogí como si estuviésemos en la noche de bodas y fui andando despacio, parando y dejándola en el suelo cada diez minutos porque me temblaban todas las extremidades por el esfuerzo.

Al fin llegué a casa y la dejé en la puerta, abriendo a toda prisa para ir en busca de mi padre.

—¡Papá! ¡Necesito ayuda, sal de la cama, por favor! —Aporreé la puerta de su habitación hasta que se dignó a abrir con cara de pocos amigos.

—Alba ¿se puede saber qué haces? Es hora de dormir y ya te he dicho muchas veces que Luisa me da igual, no te voy a ayudar a buscarla.

—No es eso, papá, me he encontrado a una mujer en el bosque y está gravemente herida, necesita ayuda.

Multiverso Albalia | One ShotsWhere stories live. Discover now