El tono pálido de su jefa se convirtió en uno rojizo, la piel de Camila ardía y su corazón había empezado a golpear fuertemente contra su pecho ante la pregunta, sus nervios se alteraron haciendo que por accidente ella presionara el roceador, así disparandole esa sustancia al rostro de su jefa.

—¡Oh por Dios, señora, lo lamento demasiado!—Exclamó dejando caer la botella.

—Maldición, arde—Gimoteó llevándose su brazo al rostro y tallar con la tela para apaciguar el tremendo ardor.

—¡Señora Lauren, perdóneme muchísimo!—La tomó del brazo impidiendole que siga tallándose el rostro de forma tan violenta—Vamos a lavarla—Habló rápido empezando a jalarla al baño de la primera planta.

—Todo bien, me lo merecía—Gruñó la ojiverde tratando inútilmente de zafarse del fuerte agarre de la morena.

—¡No, nadie lo merece!

Una vez más, se llevó a rastras a la ojiverde al baño sin importarle los reclamos que está le hacía, aún no podía creer totalmente que la estaba invitando a salir o tal vez ella estaba malinterpretando las cosas.

Una cosa que se estaba segura era que la ojiverde era mucho más fuerte que ella, así que cuando siempre la terminaba arrastrando a algun sitio, sabía que la ojiverde dejaba de hacer fuerza o, al menos, un poco para dejarse llevar, ¿o también pensaba mal?

Una vez dentro del baño, se apresuró a abrir la llave del agua, y acercó a la ojiverde para mojarla en la cara teniendo el cuidado de únicamente mojar la cara. Lauren se dejaba limpiar el rostro, no sabía si ese ataque de la castaña había sido intencional o por accidente pero la sustancia con la que había sido salpicada, ardía demasiado.

Mientras tanto, Camila tenía un rostro lleno de culpabilidad y vergüenza, le terminó de lavar el rostro y la mandó a sentarse a la taza, mientras ella buscaba toallas para humedecerlas y poderle limpiar mejor.

—Si no querías ir, sólo me hubieras dicho, no había necesidad de atacarme—Refunfuñó viendo a la morena acercarse con la toalla húmeda

—Estaba sorprendida—Susurró avergonzada agachándose y el nivel de laurel para presionar con suavidad la toalla humeda contra el rostro de su jefa—Y sí, sería un gusto acompañarla.

La ojiverde vio cómo se sonrojaba ligeramente mientras presionaba con suavidad y delicadeza sus mejillas asegurándose de limpiarla perfectamente.

—Lástima, ya no quiero salir—Inmediatamente hizo una mueca cuando la castaña presionó con fuerza su mejilla contra la tela humeda.

Pues ahora se chinga, vamos a ir—La miró desafiante a los ojos siguiendo presionando llamo con tanta delicadeza su rostro.

—No se que significa "pue' hola se pinga" pero ya no quiero—Pronunció erróneamente sabiendo que la expresión usada era una mexicana, y sabía cuán era el grosero significado pero en su plan de no decirle que sabía español decidió improvisar.

La castaña sonrío ligeramente ante la pronunciación de la ojiverde, y a los segundos frunció el ceño, aún manteniendo la sonrisa, al notar un ligero acento que ella sentía reconocer.

—Lo lamento, señora Lauren, pero usted ya me invitó, y ahora yo la estoy invitando a usted, y yo no aceptó un no por respuesta—La miró desafiante unos segundos más antes de pasar la toalla por sus ojos, negándole verla más, y al instante soltó una pequeña risita al escuchar el gruñido que hizo la mujer.

—¿Me va a obligar a ir?—Preguntó tomando las muñecas de la castaña y quitando la toalla de sus ojos

—Si es necesario, sí.

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