Guía para una Adolescencia Completa || YeonGyu

Intro (00): La vida es una

Algo muy divertido era pasar los días junto a BeomGyu. YeonJun apreciaba todos esos recuerdos junto a él, los tenía ahí, incrustados en su corazón junto a su pasión por el baile o el amor que le tenía a su madre. A pesar de solo ser su mejor amigo, lo hacía tan feliz que nunca sintió la necesidad de algo más. ¿Una novia? ¿Para qué? Sí consiguiera una no tendría tiempo para estar con su preciado dongsaeng que lo había acompañado en este turbulento viaje que es la vida. Era lo más preciado que tenía y eso no cambiaría pronto.

Cada vez que YeonJun pasaba un rato con BeomGyu, se sentía automáticamente más aliviado y feliz.

Puede que a simple vista YeonJun pasara como un estudiante flojo e irresponsable, cuyas únicas preocupaciones eran disfrutar un sándwich o bromear en medio de la clase. Tal vez derretir el corazón de las chicas que lo veían, hacer molestar al típico profesor que siempre va amargado al colegio o por el contrario, hacer reír al joven maestro de inglés. Pero él realmente estaba preocupándose por todo y por nada, por el hecho de que su dongsaeng estaba cada vez con la mirada más perdida y las ojeras más marcadas. Por su madre, que era madre soltera y sabía que de vez en cuando se sentía algo sola, por el chico que faltó ese día a la escuela o porque sus notas no eran perfectas. Por el granito que tuvo que ocultar y que no paraba de tocar como si todo el mundo se estuviera fijando en ese detalle, cuando nadie realmente se daba cuenta hasta que él mismo mencionaba algo al respecto.

Tenido por indiferente, habido por intraquilo. A veces en la soledad de su habitación cerraba los ojos y pensaba en si BeomGyu había comido o había preferidos saltarse la cena, en lo que estaría pensando su madre. Su madre estaba dormida y BeomGyu igual, pero de todas formas estaba en un desasosiego que no lo dejaba dormir.

Quería ser por completo ese chico fresco que todos creían que era y que lograba ser cuando estaba rodeado de gente, pero que se esfumaba una vez se adentraba en aquella cueva que tenía por mente.

Suspiró, habían muchas cosas que quería ser. Luego de aquella sesión de estudio, en la que pudo notar el cansancio de su mejor amigo y el suyo, en la que había estado pensando tanto en eso, en que necesitaba un cambio. Y pensó un cambio, porque tomar un descanso era imposible y menos cuando apenas comenzaba el semestre. Y lo peor es que sabía que no era el único desamparado por aquella sociedad explotadora en la que vivía.

Era una madrugada de enero, las temperaturas bajas, características de la fecha, eran propicias para tener pesadillas o para dormir cómodamente en su tibia manta. Se acostó de medio lado, abrazando una confortable almohada que le había regalado su antigua nana.

"Beom tampoco se veía nada bien hoy..."

Suspiró, entregándose al cansancio después de tanto trabajo mental. Ya más tarde sería otro momento para pensar, o tal vez para modificar algo en aquella rutinaría y exhaustiva vida que llevaba.

Desde la calle podía verse como en la casa de al lado una de las ventanas permanecía iluminada. De vez en cuando una sombra se movía de aquí a allá, revoloteando como una polilla. Era BeomGyu, nervioso como siempre por el siguiente día de escuela: arreglar su uniforme para que estuviera perfecto, revisar por enésima vez que no se estuviera olvidando de alguna asignación, cosa que no sucedió pero aún así no podía evitar revisar. Chequear que todo estuviera en su bolso... Eran poco más de la una de la madrugada pero él seguía ahí, azorado y sin poder pegar el ojo.

Cada vez que estaba por quedarse profundamente dormido, recordaba algo que según había olvidado e iba por impulso a revisar que todo estuviera en orden.

Era la cuarta vez que le pasaba eso. Él no era como su hyung —de hecho, añoraba ser así de sereno—, a la primera que sentía que estaba dejando algo fuera de lugar, saltaba enseguida a checarlo. Se volvería un manojo de nervios si no lo hacía y no podría conciliar sueño, que era su capricho del momento.