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OLYN | 2
REÍR BAJO LAS ESTRELLAS y en compañía de su prometida, eran dos cosas que Olyn Martell jamás había soñado pero tenía la dicha de experimentar y no muchos podían presumir de ello. Mentiría si decía que no esperaba el momento de contratar nupcias y ver a su legítima familia, aunque tampoco iba a aceptarlo en voz alta.
Para él, Cerelle Lannister era la chica ideal, tenía un corazón gentil de oro y las manos cálidas, era amable y cortes con todo el mundo, fuese noble o plebeyo. Además de que su rostro era muy bello, fino y perfilado, con esos ojos pardos que cambiaban desde el café hasta el verde muy claro. Compartir tiempo con ella y conocer a la mujer en la que se había convertido le daba júbilo, cambiando sus días grises y tristes por unos menos nublados y más felices.
Olyn tenía el cuerpo dolorido y estaba cansado por los constantes viajes, sin contar que las caras internas de los muslos le escocían y no había tenido la oportunidad de pedirle al viejo y sabio maestre Luwin que le curara las llagas.
En Invernalia había experimentado un enorme miedo al encontrarse frente a las enormes bestias salvajes que sus primos tenían por mascotas, dándose cuenta de que crecían a niveles sobrenaturales y contaban, siendo cachorros, con el tamaño de un lobo cualquiera adulto. Pero gracias a los generosos dioses nadie había sufrido la ira de los norteños a través de los huargos.
