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Oscuridad. Eso era lo que me rodeaba en un momento como este y eso me hacía sentir demasiada inquietud porque no tenía ni idea de donde me encontraba.
—Mamá... Papá... —llamé esperando oír sus voces, pero no hubo nada de ellos—. ¿Hay alguien por aquí?
Seguí llamando a alguien con la esperanza de que alguno me respondiera entre esta oscuridad que me encontraba. Entonces, en un punto no muy alejado de donde me encontraba pude ver una luz brillante que me hizo tener esperanzas de salir de aquí.
Comencé a avanzar hacia allí esperando a ver a alguien de mi familia o algún conocido, pero lo que me encontré fue como una flama naranja flotando en medio del lugar. Me quedé mirando aquella flama por un momento y el verla fijamente me hacía sentir en tranquilidad por lo que comencé a acercar mi mano hacia allí, pero cuando estuve por tocarla he sentido como todo mi cuerpo se paralizaba.
Repentinamente unas manos tocaron mis hombros, pero al tener mi cuerpo paralizado no podía girarme y saber de quién se trataba.
❝Se acaba el tiempo❞.
Aquellas palabras fueron susurradas en mi oído por una mujer, la cual comenzó a colocar sus manos en mi cuello para así hacer una fuerte presión. Aquello me hizo entrar en pánico porque pensé que iba a morir al no poder moverme y defenderme.
Sin embargo, la flama naranja frente a mí me rodeó de manera repentina y en eso sentí una calidez que me hizo sentir protegida. Entonces, mientras me encontraba envuelta en esa calidez (la cual por alguna razón se me hacía conocida) he dejado de sentir las manos de la mujer que intentó asfixiarme y al girarme me encontré con unos ojos azules mirándome fijamente.
—¡____!
Abrí mis ojos de golpe pudiéndome encontrar con la mirada preocupada de Kawaki. Lo miré fijamente unos segundos para luego mirar a mi alrededor donde ya no se encontraban aquellos ojos azules que por alguna razón me veían con odio.
—Maldición... ¿Estás bien? —preguntó Kawaki mientras me miraba preocupado—. Por un momento comenzaste a asfixiarte.
—¿Qué...? —dije confundida.
—Llamaré a alguien para que te revise.
—No es necesario —dije mientras llevaba mis manos a mi cuello—. Estoy bien.
—¿Estás segura?
—Sí —dije mirándolo y formando una sonrisa—. No te preocupes.
La mano de Kawaki acarició suavemente mi mejilla y ante aquel contacto comencé a sentirme nerviosa, pero a la vez relajada.
—Dime... ¿Mi familia sabe que estoy aquí?
—No. En ese momento solo estaba yo.
—¿Podrías guardar en secreto el hecho de que me desmayé? —pregunté con una pequeña sonrisa a lo cual él me miró confundido—. No quiero que nadie se preocupe.
