—Ehm... ¿Qué cosa?—Murmuró confundida viendo del lavabo a Camila, y de Camila al lavabo.

Camila volteó ligeramente la cara para poderla ver, y estuvo a punto de reclamarle pero al notar el gesto confuso, supo que no la había estado prestando atención, así que suspiró y volvió a decir.

—Había dicho que te lavaras las manos con agua y con jabón, para después yo ponerte desinfectante y después vendarte mano—Explicó suavemente viendo como la ojiverde asentía con lentitud.

—¿Acaso tienes diploma en primeros auxilios?—Cuestionó a la defensiva mirado con falso desagrado.

Con eso Camila perdió la paciencia, se reincorporó de golpe mirando con molestia el ojiverde, la cual dio un paso al notar lo furiosa que estaba.

—Mire, usted haga lo que quiera, yo le estoy tratando de ayudar y usted no quiere, haga un reguero si quiere, rompa cosas si quiere, haga lo que quiera—Se había acercado a ella y que había estado golpeando con su dedo el pecho de la mujer, la cual tenía un rostro neutro pero sus ojos estaban abiertos con una ligera sorpresa—Me da igual, haga lo que quiera, ahora si me disculpa, me ire a recoger.

Casi gruñendo salió del baño dejando a una sorprendida Lauren, la cual se quedó mirando la puerta donde Camila se había ido, soltó un suspiró molesto con ella misma e hizo lo que la morena le había dicho, a pesar de que esta se hubiera ido.

Camila escuchaba la llave del agua del baño fluir, mientras ella recogía los vidrios pequeños con la mano, sabía que era un error pero estaba tan molesta que no se concentraba en lo que hacía, al sentir un pequeño aguijón enterrarse en sus dedos, tuvo que contener una maldición por el ligero dolor pero aún así siguió recogiendo los vidrios hasta que obtuvo la mayoría en la mano y se fue a tirarlos, al tirarlo puedo ver como pequeñas gotitas de sangre salían de sus dedos. Lo único que hizo fue ir al lavabo de la cocina y mojarse las manos para después cerrar la llave e irse de nuevo, esta vez con una escoba y recogedor, a recoger los vidrios restantes.

Había aprendido a no lamentarse por cada instrumento de cocina roto, la primera vez que Lauren había roto un plato frente a ella se puso histérica pero tampoco fue una sorpresa qué Lauren le hubiera entregado su tarjeta de crédito, y le dijera que comprara lo que sea que ella necesitara para el quehacer, si necesitaba más instrumentos de cocina que los comprará, ya que ella haría lo que sea con sus cosas, al final de cuentas el dinero le sobraba.

—Jodida seas—Masculló molesta la castaña reuniendo todos los vidrios restantes con las escoba.

—¿A quién joderan?—Interrogó Lauren recargada en un mueble detrás de ella viéndola fijamente.

Sin asustarse demasiado, acostumbrada a sus apariciones repentinas, volteó únicamente la cabeza para mirarla con una falsa sonrisa.

—A ti, que te jodan.

Eso causó una sonrisa ladeada en la ojiverde, y Camila mentiría si dijera que no se viera extractiva, porque a pesar de que era piedra completa de arrogancia y superioridad, era sumamente atractiva que deslubraba a muchos, infortunadamente.

—¿Ah sí?, ¿quién tendría ese placer de compartir mi cuerpo?—La miró burlona.

—Ah... Pues tus guardias—Se volteó completamente—Esos fortachones, musculosos—Fingió una voz llena de sensualidad mientras se tocaba los músculos, y a cada palabra que decía a Laura se le borra la sonrisa—Parece que tienen un buen dote—Movió las manos mostrando la aproximación de la longitud de los genitales de sus guardias—Te rompen el culo y te dejan en cama por semanas, así me dejas de hacer reguero.

Ambas se quedaron en silencio, las burlas quedaron atrás para mirarse a los ojos en un claro desafío.

Una cosa que Lauren detestaba empezar a adorar era que Camila siempre le respondía, todos los insultos y tonterías que hacía, Camila se los regresaba.

MaidWhere stories live. Discover now