Capítulo 2. El final de la historia

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Mara no lograba superar la partida de su madre. Y, saber que Melva aún no estaba muerta, no la hacía sentir mejor, ya que, solo era cuestión de tiempo. Ella le había hecho prometer que no la buscaría, en cambio, no pretendía abandonar a su madre, así como no ella no la había abandonado.

De la misma manera que su madre recorrió la ciudad buscando una solución, así recorrió ella medio país durante casi un año, buscando algo o alguien que la ayudara a expulsar un espíritu. No solo pretendía salvar a su madre, sino que se empeñó en echarlo (por segunda ocasión) de entre los vivos, de una vez y por todas.

Durante todo ese tiempo estuvo vagando en vano. Hasta que un mañana, en la Sección de Rarezas de una biblioteca pública, encontró a este muchacho, con la mirada triste. Su nombre era Lucas y sus primeras palabras surgieron cuando en un afán de devolver un libro a su lugar, sin querer, dejó caer el de al lado.

-¡Ups! -expresa Mara mientras levanta el libro del suelo- Mucho cuidado, suelen sentir.

-¿Eso crees? -Preguntó mientras recuperaba el libro- ¿Alguno te lo ha dicho?, me refiero a los libros -sonrió.

-Por supuesto que no, pero, prefiero pensarlos así -explica mientras abraza el que sostiene en las manos.

-Sucesos paranormales, excelente título para antes de dormir.

En los minutos siguientes, ambos jóvenes intercambiaban acerca de sus preferencias literarias, y un poco más. Lucas le contaba acerca de algunos libros similares, ya que él era un fan de bibliografía fantástica. Evidentemente le atraía Mara, y ella, no mostraba resistencia.

-¿Crees que podamos compartir un café? -preguntó Lucas mientras la acompañaba a la puerta de la biblioteca.

-Si es para hablar de magia...-dijo mientras le sonreía.

Así nació la amistad de Mara y Lucas, aunque en poco tiempo ya se hablaba de noviazgo. Ella era inexperta en el amor y no tardó en caer rendida a sus pies. Hacía solo cinco meses que se conocían, y la verdad es que Mara no le dedicaba el mismo empeño a la búsqueda de respuestas asociadas a la situación de su madre, ya que, los encuentros cada vez se volvían más habituales.

Un día, sin proponérselo, conoció a un mago de otro poblado, que estaba de pasada por allí (aunque a veces pienso que fue él quien la encontró a ella). Era un señor muy mayor que se hacía llamar Gumer, el anciano. Mara le explicó todo lo sucedido y él decidió ayudarla, sin pedirle nada a cambio. Así, fue como todo se complicó..., cuando el hechicero le dijo que ella también era una encantadora, solo que su magia había sido bloqueada de niña. Al principio, no creyó que su madre hubiese sido capaz de hacerle eso, pero luego dejó de hacerse preguntas. Era evidente que el destino (si existía algo como eso) le estaba dando las herramientas para resolver su mayor problema, por ella misma.

A la semana siguiente, Mara acudió a un bautizo especial que le realizaría Gumer, donde eliminó el encantamiento que inhibía su magia.

-Eres muy fuerte -le dijo el mago-. Estás destinada a hacer grandes cosas.

-De momento, solo quiero que me ayudes a recuperar a mi madre -señaló.

Gumer le explicó que los hechizos de posesión son de magia oscura, y que, si incluían un brujo del purgatorio era aún peor, porque se trataba de la magia oscura más antigua que existía.

-Este tipo de hechicería dejó de practicarse hace años -le explicaba el señor -, desde los Juicios de Salem.

-¿Qué? -Muestra un asombro repentino- ¿Usted se está refiriendo a la quema de brujas?

Al parecer, la historia preferida de la niña Mara había sucedido en verdad. Ambos estuvieron confrontando sus respectivas versiones por un rato, mientras el anciano le daba detalles que su madre omitió. Realmente, la matanza que hubo en Salem fue lo más atroz que hubiera ocurrido jamás.

-Mi madre nunca me contó cuál fue la carta bajo la manga que usó Giles ante La Sociedad de la Luz -comentó Mara mientras prestaba atención al final de la historia.

-Tenemos que reconocer que, Giles era macabramente inteligente y siempre tenía un plan B -hizo una pausa para encender un cigarrillo-. Sabía que su prima Camille se estaba viendo con un aldeano a escondidas durante meses, incluso, que tenían relaciones... -se quedó pensativo.

-Señor Gumer -intervino-, ¿se encuentra usted bien?

-Él siempre supo que Camille estaba embarazada -reveló-, aunque ella no tuviera conocimiento de eso, siquiera, cuando estaba siendo torturada.

-Y, ¿qué pasó con Camille? -preguntó ansiosa la joven.

-Murió -tomó un sorbo del cigarrillo-. Giles la asesinó y con ella, al quinto niño, completando su ritual.

La hija del cementerio [Completa]Where stories live. Discover now