Ella tenía un mar de emociones, ya no sabía quién era el enemigo, no tenía ni idea de cómo llegaron a esta guerra, de cuantas personas más debían de morir, solo quería proteger a los que le importaban a toda costa.
-Entiende que sea lo que sea, no...
Seguí caminando por varias calles buscando a esa persona, pero no miraba a alguien igual o semejante por ningún sitio. -lo más probable es que lo habre imaginado y ando buscando a alguien inexistente- me dije -bueno ahora a esperar a papa...- me di la vuelta y no reconocía ni en lo más mínimo donde estaba.
-Pero si yo estaba hace un segundo frente... ¿Dónde estoy? - empecé a caminar en círculos intentando encontrar un indicio para ir donde anteriormente estaba, no quería preguntarle a nadie, me daba vergüenza, apenas y mantenía actualmente conversación alguna con Mikasa, dudo mantenerla con alguien más, rendida, solo me senté en un callejón.
Empecé a observar como las personas pasaban, algunas con prisa, otros con todo el tiempo del mundo, niños jugando y correteando con sus amigos y varios niños pasando con sus padres o hermanos.
-Vaya tonta que soy, si no me hubiese movido de ahí, no estaría aquí perdida- se me hizo un nudo en la garganta -y ahora me dieron ganas de llorar, como si eso lo solucionara- susurre
Puse mis rodillas contra mi pecho y oculte mi cabeza ahí, no quería que nadie me viera llorar, mucho menos personas que no conocía, claro que ni les importaría y aunque no quería llorar no podía hacer nada más que eso, llorar y esperar que apareciera, prefería un millón de veces un regaño de el a que nunca lo volviese a ver.
-Mami...- dije entre llantos -Papa, tengo miedo-
De repente escuché unos pasos al fondo del callejón, como pude contuve el llanto, tenía miedo de levantar la mirada y ver a alguien totalmente desconocido, que en el peor de los casos fueran personas como las que acabaron con la familia y felicidad de Mikasa.
-Oye niñita ¿estás bien? ¿Te lastimaste o algo? - no sonaba para nada como un adulto, era un niño
Levanté un poco la mirada y me encontré con un niño que estaba de cuclillas viéndome -levántate, no puedes estar aquí- se puso de pie tendiéndome la mano.
Era un niño algo alto para la edad que parecía tener, con cabello corto y castaño claro. Con algo de duda lo seguía viendo, acerco su mano aún más en muestra a que se la diese para ponerme de pie, con una mano me limpie la lagrimas que aun salían de mis ojos, me costaba contener los sollozos. Después de unos segundos le di la mano y me puse de pie y como lo intuí, en verdad era más alto que yo.
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Me tendió un pañuelo -Gracias- dije con la voz entre cortada.
-No me gusta ver niñas llorar, se ven muy feas así, por ejemplo, tú, tienes incluso marcado en las mejillas los pliegues de la ropa- a pesar de actuar amable era muy honesto, demasiado, pero eso no me desagradaba.
-Por ser así te han de molestar mucho ¿no es verdad? - dije al fin de manera clara y seria -todo lo que dices no les ha de agradar a la mayoría- lo vi
-Se ve que tú también eres muy sincera- sonrió arrogante -no importa a quien, y cuando sea que se lo diga, me gusta ser sincero-
-Pues eso no es malo, es mejor dejarle saber a las personas tus ideas claras y defender lo que piensas y crees- seguía limpiándome la cara con su pañuelo
