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Jisoo no pudo dormir sabiendo lo que había pasado antes. Así que en vez de eso pasó la mayoría de la noche con la música a todo volumen en sus audífonos, mientras miraba al techo e intentaba evadir sus pensamientos, eso no ayudó mucho sin embargo.

No pudo evitar preguntarse lo que Jennie había estado pensando. Ella había hecho de sus vidas un infierno los últimos cuatro años. ¿Cómo podía esperar que sean algo más que amargas con ella?

Jisoo tenía tantos acumulados sentimientos hacia la joven, que ella se sorprendió que no había conectado su puño con la cara tan pronto como la vió en la puerta.

Pero se había producido un cambio en Jennie, también. Jisoo se seguía diciendo que Jennie estaba fuera de sí, pero eso no era una buena respuesta para todo lo que estaba pasando. Había algo más que estaba contribuyendo en el cambio de la chica, y Jisoo deseaba poder adivinar que era para alimentar su curiosidad.

De vuelta al instituto, todo el mundo conocía a Jennie. Era la chica que tú amabas o odiabas, todo dependía de la forma en la que te tratase. Si a Jennie le agradabas tu vida era fácil, si tenía algo contra ti, estabas jodido. Jennie tenía el poder de convertir la vida de la gente en un infierno, y eso es lo que le pasó a Jisoo.

Las noticias se propagaron rapido después del incidente en la cafetería. Jisoo pronto comenzó a recibir nombres desprectivos, insultos y a veces: violencia física. Y lo peor de todo era que Jisoo no lo había provocado, si no que lo había hecho otra persona. Alguien que odiaba con cada fibra de su cuerpo.

A raíz del incidente, Jisoo estuvo obligada a contarselo a sus padres antes de que otra persona lo hiciese. Su madre estuvo en shock al principio, pero tanto su padre como su madre la aceptaron.

Jisoo ha estado eternamente agradecida a sus padres ya que nunca hablaba de su sexualidad. Estaba muy agradecida de tener apoyo en casa. Sus padres se cabrearon mucho cuando les contó lo que le había hecho Jennie. Incluso informaron a la escuela pero Jisoo sabía que eso no cambiaría las cosas.

Jennie vivía con su tío y siempre quería dar pena diciendo que este no se preocupaba de lo que hacía. La chica podía dejar escapar lo que quisiese y se aseguraba de que todo el mundo fuese consciente. Jisoo era prácticamente impotente.

Pasó el resto de sus años del instituto almorzando fuera para evitar los insultos contra ella en la cafetería. Irene, Rosé y Lisa eran sus únicas amigas. Jisoo sabía que sin ellas, esos años hubiesen sido diez más dolorosos de lo que fueron.

Mudarse a Nueva York había sido un gran cambio para Jisoo. Decidió ser abierta con las personas respecto a su sexualidad ya que ahora tendría control sobre quién se lo dijo. Se sorprendió cuando a nadie le importó. Eso era reconfortante. Cuando hablaba con personas les decía que era lesbiana, ellas asentían en aprobación y cambiar a un tema de conversación diferente. Todo era totalmente distinto a lo que era en la secundaria.

Sus pensamientos fueron interrumpidos tarde aquella noche. Jisoo se sobresaltó cuando vio algo moverse fuera de su alcance. Ella entrecerró los ojos para ver que su puerta había sido abierta lentamente. La luz del pasillo era la única iluminación que se veía en su habitación, y vio como una figura se movía a su habitación. Se quitó los auriculares.

"¿Lisa?" preguntó sentándose en la cama y levantando una ceja. No hubo una respuesta y Jisoo se ponía cada vez más confusa.

"Hola." la voz susurró. Jisoo apretó los puños y suspiró profundamente. ¿Qué estaba haciendo Jennie aquí?

"Estoy durmiendo. Vete." dijo firmemente dándose la vuelta sobre si misma para alejarse de la chica.

Sus compañeras seguro que tendrían un montón de explicaciones para ella al día siguiente.

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