Siesta

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Krist se sentía verdaderamente seguro en brazos de Singto, le daba igual que el fuera más poderoso, porque estando en su casa, ese poder no era nada en comparación con la furia de su padre y aunque pareciera ilógico e irrazonable, porque obviamente un simple humano no tenía oportunidad contra Luisel, aun así, sabía que su líder siempre lo protegería.

Era tan increíble saber que el había viajado hasta Francia para recuperarlo especialmente después de las crueles palabras que le dio como despedida, claro que ya le había aclarado que aquello solo fue una mentira para que no intentara retenerlo, pero, aun así, sabia por los pensamientos del mayor, que le dolieron mucho.

Todo aquello era tan perfecto, tan irreal, que sentía que en cualquier momento abriría los ojos y descubriría que solo eran sueño, un hermoso sueño en el que era verdaderamente amado por lo que era y no por lo que poseía.
Simplemente todo parecía brillar al lado de su amado P, por más que estuviera consciente del peligro en el que se encontraban si alguien llegara a descubrir la infiltración de un individuo común, ya que algo así nunca había sucedido en toda la historia de La Comunidad, pero Krist estaba seguro de que lo matarían a sangre fría, así como…

Marbella fue la que hizo posible este encuentro, aun a pesar de que por mi culpa asesinaran a su gemela, aun así, ella se mostró interesada en mi bienestar al igual que siempre hacia Samantha y sé que no es porque soy el hijo del Rey, sino porque ellas realmente llegaron a apreciar a mi “yo” verdadero.

El menor coloco ambas manos en las mejillas sonrosadas de Singto, y le sonrió alegremente antes de besarlo, al principio fue algo tentativo, porque pensó que el mayor lo rechazaría, pero al ver que le correspondían lo profundizo aún más.

Ese era el momento que los dos habían esperado, más Singto que Kit, más eso no significaba que el deseo fuera menos para él panda, por el contrario, ya sea por el ambiente de tensión o por la excitación de ir en contra de las reglas, se encontraba motivado a llevar a cabo todo el proceso.

Sin darle mucho tiempo a su mente a que comenzara a divagar, Krist deslizo suaves besos por la barbilla de su amante, de ahí hizo un recorrido por su cuello, mordiéndolo ligeramente haciendo que el mayor soltara un gemido, satisfecho por la reacción le quito rápidamente la camisa para continuar las caricias en su pecho.
Singto se sentía en la gloria, si ya había tenido una probadita del amor que podía recibir del menor, sin embargo, aquella vez estaba tan desesperado que no puedo darle la oportunidad al menor para que disfrutara de la situación, por eso, en esta ocasión iba a dejar que el otro hiciera con él lo que quisiera.

- ¿Estás seguro, P? – pregunto Krist con incertidumbre, se encontraba a pocos centímetros del miembro erecto de Singto.

Singto sonrió al recordar que para el menor nada era un secreto, después de todo, su mente siempre fue un libro abierto, y aunque tenía la ligera impresión de que debería molestarle que él Kit conociera sus sentimientos y aun así se comportara como si no, no podía culparlo, así que asintió con la cabeza.

- Te hare sentir muy bien, P Sing – le susurro antes de depositar un beso en su ombligo y despojarlo de su pantalón – Quiero recompensarte por todo el tiempo en que fingí no saber que me amas.

Krist acaricio suavemente el miembro erecto de Singto que sobresalía de la tela de su bóxer, lo más sensato sería quitarle la prenda, mas eso no sería tan divertido para el menor si comenzaran con el postre, primero habría que ir por la ensalada.

Con cada roce, Singto soltaba un gemido de placer, apretaba fuertemente las sabanas de la cama y miraba hacia el techo, no quería mirar a Krist o se moriría de vergüenza, el único segundo en que lo observo lo vio tan concentrado en su tarea que creyó que se desmayaría.

Más allá de mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora