•4•

198 25 5
                                    

Abrió los ojos con pesadez, notando que el sol peleaba por salir en el horizonte, a través de aquella pequeña ventana.

Un sonido le llamó la atención, por lo que se volteó, notando que Korra se encontraba cambiando su vestimenta. 

Observó detenidamente aquella espalda mientras terminaba de acomodarse su típico tapado de piel sobre la cintura. Las cicatrices le llamaron la atención. Eran demasiadas, pequeñas, pero muchas y parecían profundas.

No dijo palabra alguna, sólo observó cómo terminaba de vestirse y se retiraba de la habitación, frenando a Haru en el pequeño pasillo.

—Si Asami despierta temprano, llévala a la cocina a por un desayuno. Sino, déjala descansar. Lleva muchas noches en vela debido a su trabajo—. El moreno asintió y ambos se retiraron de allí, dirigiéndose a cubierta.

¿Cómo supo que llevaba noches sin dormir? ¿Acaso Bolin le contó? ¿O la escuchó anoche durante su pesadilla?

Cerró sus ojos ante el dolor de cabeza, deseando poder descansar tranquila de una vez.

Habrían pasado unas 3 horas en lo que las pesadillas decidieron reaparecer, pero esta vez, no se trataban sobre la morena de ojos zafiro, sino de una situación en particular.

Plena niebla, densa, tanto que no lograba visualizar absolutamente nada. Ni arriba, ni debajo, de a sus lados.

Comenzó a entrar en pánico, pensando cómo había llegado allí. Necesitaba pedir ayuda.

—¿Korra?—comenzó. Necesitaba salir de allí lo más rápido posible, antes de que su cuerpo deje de responder por ella, como ya había sucedido tiempo atrás—. ¡Korra! ¡Ayuda, por favor!—. Su rostro se llenó de lágrimas, la desesperación la carcomía poco a poco, hasta que cerró sus ojos con fuerza.

—¡Despierta, Asami!—. Poco a poco recuperó la conciencia, sintiendo un cálido tacto en su brazo y en su sien. Abrió sus ojos, chocando con la pura preocupación teñida de azul.

Se mantuvo unos segundos así, intentando procesar lo que estaba sucediendo, para luego reventar en un silencioso llanto y saltar a los brazos de la morena, abrazándola y tomándola desprevenida.

Korra se quedó paralizada. Todavía no entendía qué era lo que había sucedido, lo que la pelinegra había soñado para despertar en tal estado, pero sabía algo. Sabía que la estaba atormentando cada bendita noche y que tenía que hacer algo al respecto. 

Procedió a colocar sus manos suavemente en la espalda, acariciando levemente para no alarmar a aquellos ojos esmeralda que podría observar por horas, recibiendo un suspiro de tranquilidad, notando que su corazón disminuía su velocidad al latir y que su respiración era cada vez más lenta.

A los minutos, notó que Asami había caído dormida sobre su hombro. La nostalgia la invadió en un nivel inconmensurable. Continuó acariciando, pero esta vez el cabello, notando que habían mechones más cortos que otros, lo que le llamó la atención.

La acomodó en su cama, intentando que descanse otro poco. Sabía que no había dormido en casi toda la noche, debido a que ella tampoco lo había logrado.

Se retiró de la habitación, conversando con Haru sobre lo que tenían preparado para hoy.

—¡Tierra a la vista!—. Corrió cubierta arriba en el momento en que escuchó a un tripulante gritar aquello, asomándose a la proa.

Era una pequeña isla, deshabitada a simple vista, pero prefería no confiarse ante aquello.

—Prepárense los maestros tierra para recorrer el lugar a gran velocidad. No vinimos para quedarnos—. Anunció en voz alta y audible, provocando movilización coordinada en la tripulación, a lo que sonrió levemente, satisfecha.

Reencuentros [Korrasami]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu