—El teléfono que encontramos en la casa de Perkins, el que había robado del departamento de evidencias, tenía un rastreador. Él mismo se lo había puesto. Tenemos que prepararnos, no puedo permitir que Annie este cautiva de ese hijo de puta.

—Entra tu motocicleta, y pensemos un plan. Si tienes que ir a la guerra, los Rippers vamos contigo.

Jason esperó a que Ron guardara la motocicleta en el garaje, luego fueron a la sala común, le ofreció una cerveza y Ron la aceptó, al tiempo que encendía un cigarrillo compulsivamente. Las manos le temblaban como un enfermo de Parkinson, y tenía los nudillos lastimados por haber golpeado a Perkins. Dio un profundo trago de cerveza, y luego se metió la mano en el bolsillo interno de la chaqueta, sacando otro celular.

—¿Y eso? —preguntó Jason.

—Cuando volví a por Perkins, irrumpí en su casa. Nunca se había marchado a la oficina, solo nos hizo el lio, estaba más preparado que nosotros y sabía que íbamos a ir a por él. Al patearle la puerta, estaba hablando por teléfono —Ron se puso el cigarrillo en la comisura de los labios, y comenzó a manipular el menú de llamadas. El último número que figuraba en lista era un número privado. Ron intentó llamar, pero el sistema no se lo permitía—. Mierda... —murmuró.

—¿No hay alguna forma de saber cual era el número al que le estaba hablando?

—Desde aquí no —Ron dio una pitada mientras dejaba el teléfono a un lado, y negó con la cabeza, pensativo, hasta que finalmente se le ocurrió—. Espera, ya lo tengo.

Se levantó del sillón para ir hasta su dormitorio común, y volvió al instante con su propio teléfono en las manos. Comenzó a buscar entonces en la agenda de contactos, hasta dar con el número necesario. Tocó la tecla verde de llamada, y esperó.

—¿A quien llamas? —preguntó Jason.

—Tengo un colega trabajando en el departamento de tecnología del FBI, tal vez puedo hacer que me ayude —bebió un trago de cerveza, mientras esperaba a que respondiera, y luego habló—. ¡Eh, Pitt! ¿Cómo estás?

—¡Ronnie, tanto tiempo! Me enteré que renunciaste al FBI, una lástima amigo, eras un buen agente. ¿No piensas volver? —contestó, del otro lado de la línea. Ron negó con la cabeza.

—No lo creo, amigo. Oye, te llamo para pedirte un favor, a ser posible —se apartó el teléfono del oído, y buscó en la agenda de contactos dejando la llamada en segundo plano—. Necesito que me des la ubicación de destino de la última llamada que recibió el número uno uno cinco siete nueve seis dos tres ocho.

­—Vale a ver... hummmm... —de fondo, Ron pudo escucharlo teclear en su computadora. Luego un breve silencio. —¿Es el teléfono de Perkins?

—Sí, ¿lo tienes?

—Lo siento, pero no creo que pueda pasarte esta información. Se trata de un director adjunto, Ronnie... debería pedir autorización y toda esa mierda. Ya conoces el protocolo.

—Pitt escúchame bien, no me jodas, Perkins está siendo investigado por presunción de corrupción y asociación con Hanson. Solo dame la puta información y listo, nadie sabrá que tú me la diste —dijo Ron, comenzando a desesperarse. Si perdía la única oportunidad de rastrear ese número, estaba jodido.

—¿En serio? No puedo creerlo —respondió, del otro lado—. Escucha, Ronnie, de verdad que me gustaría ayudarte. Si fuera un teléfono particular lo haría sin problemas, pero no quiero perder mi trabajo, y...

Ron no lo dejó terminar de hablar.

—¡Puto imbécil de mierda! —le gritó, y colgó. Jason lo miraba con preocupación.

—Nada, ¿verdad?

—El muy hijo de puta no quiere colaborar. ¡No puedo creerlo! —exclamo, conteniendo las ganas de estampar contra el suelo su propio teléfono.

Jason entonces le apoyó una mano en el hombro.

—Ronnie, escúchame... estaba pensando que lo mejor que puedes hacer es calmarte, y esperar. Hanson va a venir hacia ti, tiene a Annie con él, y así como tú no te perdiste la oportunidad de provocar a Perkins, él no va a perder la oportunidad de picarte a ti. No te separes del teléfono, seguro que en breve te llama.

Ron asintió con la cabeza, sintiendo como la cabeza le palpitaba de la jaqueca que comenzaba a invadirlo. Entonces de repente tuvo una idea clave.

—Aún tienes contacto con el sargento de la milicia que te provee de armas ilegales, ¿verdad?

—Sí, ¿por qué?

—¿Crees que podamos conseguir un rastreador? Si tienes razón, y Hanson llama, quiero saber donde está.

—Podría hablarle, si él no tiene forma de conseguir quizá pueda saber a quien recurrir.

—Hazlo —asintió Ron—. Yo necesito pensar.

Jason asintió con la cabeza, y salió por la puerta rumbo al pasillo, para dejarlo un momento a solas. Ron no pudo evitar recordar los buenos momentos junto a Annie, todo el tiempo que había desperdiciado intentando protegerla para que al final, irónicamente, terminara cautiva del peor criminal que hubiera conocido en toda su carrera. De lo único que estaba seguro era de que iba a salvarla como diera lugar.

Honor y sangreWhere stories live. Discover now