POV - ABRIL SALVAT

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COMIENZO

Mi llamada «rebeldía» me trae a una estructura gigante que ahora debo llamar «casa»

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Mi llamada «rebeldía» me trae a una estructura gigante que ahora debo llamar «casa».

- ¡Bienvenida a tu nuevo hogar! -dice mi padre al cruzar el puente que me lleva a mi destino. No puedo decir que soy una persona "ejemplar", pero en comparación con lo que he visto de mi familia, a mí hasta podrían confundirme con un ángel. En realidad, llegué a un punto en mi vida en el que quise distanciarme, y fue justo cuando cumplí dieciocho años y tuve la opción de decidir mi futuro. Eso hice, me independicé con la ventaja de tener mucho dinero. Si algo aprendí de él, fue a hacer negocios, a tener solvencia económica y a no ser la típica niña pija de familia adinerada.

Cuando tomé la decisión de vivir lejos de ellos, me dijeron: "No vas a poder sobrevivir sin nosotros ni un mes", pasaron tres meses y tripliqué mi dinero. Me dieron tiempo para que cambiara de parecer, Leonardo me dijo que era libre de volver a la compañía o hacer lo que me pareciera mejor para mi vida. Mi elección me llevó a una vida de excesos, y no precisamente porque tenga una "adicción" a las drogas, sino porque desde que tengo uso de razón me han explotado "preparándome para mi futuro". Cuando vi que los negocios eran sencillos y que tenía más de lo que podía gastar, decidí vivir lo que me privaron gracias a clases, deportes, idiomas, música... ¡Supongo que crearon un monstruo y la diversión me llamó! Quería sentir que era una persona normal y me dejé llevar.

Mi vida dio un giro cuando me quitaron -sin derecho- mis cuentas y bloquearon mis tarjetas. Sí, por si se lo preguntan, aunque son mías, mi padre puede hacer que desaparezcan cosas y mi madre elimina la evidencia. Me quitaron lo que por derecho me gané para traerme a un internado de aspecto barroco, en una esquina del mundo. Me interceptaron en el aeropuerto cuando pretendía volar a Australia con lo que tenía en efectivo. Porque prefería no tener nada a volver con ellos. Hace años salimos de Venezuela (mi país de origen), lo hicimos porque un gobierno corrupto expropió las empresas de mis padres dejándonos económicamente a la deriva, por lo que partimos a España. Mi madre es española, de familia pudiente, así que aprovechamos ese escape. Salió mejor de lo que pensamos. Los primeros meses en Madrid, Leonardo consiguió el control de veinte franquicias y ahora es el dueño del quince por ciento de las licorerías a nivel mundial. Me dicen que no sea adicta y vivimos de emborrachar al mundo, que ironía. - ¡Necesito que seas digna de llevar mi apellido! -sus palabras chocan en mi mente, porque, sí, es verdad, las miradas siempre estaban puestas en mí. Los paparazzi no me dejaban respirar y protagonicé algunos escándalos, pero nada grave. Además, si las cámaras me aman, ¿por qué no sonreír? Bailes, viajes, lujos, grandes carros... para mí esa es la vida, pero para ellos, debo estar encerrada saturando a mi cuerpo y a mi cerebro con prácticas absurdas. Aunque admito que valoro saber defenderme y ser experta manipulando todo tipo de armamento. Sí, suena a una locura, pero para la familia Salvat el mundo es al revés, ir a una fiesta está mal, pero poder asesinar, eso sí que es correcto.

- ¡Mi madre y tú podrían adoptar a alguien y así tienen un sucesor digno y me dejan en paz!

-Querida, está bien que seas inmadura. Es aplaudible que no tengas responsabilidades y que seas una inútil.

Quinientas veces tu nombreWhere stories live. Discover now