Mientras ellos hablaban enfrente de mí, Dean me rodeó con sus brazos como un niño pequeño que tenía miedo, pero en realidad era preocupación, recargó su cabeza en mi pecho y cerró los ojos.

—Sentí que mi corazón dejaba de palpitar sin ti—dijo en bajito—, y necesitaba escuchar el tuyo para sentirme vivo de nuevo.

Aquello solo aceleró más mis pulsaciones. Entonces me dediqué a acariciar con dulzura su sedoso cabello. Iba a decir unas palabras de aliento cuando mamá interrumpió:

—Ana Elizabeth Nicole, ¿cuántas veces te he dicho que, si te roban el celular, no vayas tras él? Es algo material, se puede reponer después—su tono sonaba protector.

—Y la vida no—argumentó papá—, te prohíbo salir sola, no te arriesgarás más.

—Podría acompañar a Nicole a los lugares que quiera ir, mi padre es policía, y sé también técnicas de defensa personal, no tengo problemas de pasar tiempo en su casa dándole clases—dijo con mucha seguridad Kyle.

— ¿Ah? —pronunció Dean.

—Gracias, pero no—se apresuró a decir mamá—. Nicole está castigada, y se quedará en casa hasta nuevo aviso.

Está bien, no necesito salir si tengo internet en mi habitación, y mi novio vive al lado de mí.

—También le decomisaré el celular, necesita aprender la lección—habló papá.

Ay, no. Estaba a punto de quejarme.

Y Dean buscó mi mano para decirme:

—Está bien, yo te puedo prestar mi celular, no es el mejor modelo, pero es trabajo honrado.

—Mi amor...—sonreí—, quédatelo, no lo necesito si tengo a ti.

—Tampoco verás a Dean—replicó mamá—, te dije que estás castigada.

—¿Ah? —el desánimo inundó los ojos de Dean—, ¿Y por qué me castigan también a mí? Se supone que era a Nicole...

—Tal vez los padres creen que cierto novio no es suficiente —tosió Kyle.

—¿Por qué sigues aquí? —preguntó desconcertado Dean.

—¿Por qué sigues aquí tú? —le devolvió la pregunta Kyle.

Mamá se cubrió el rostro.

—Creo que es hora de que ambos se retiren—anunció papá—, ya oscureció, y no quiero que nadie más llegue a casa a preocupar a su familia.

—Yo puedo quedarme más tiempo, no tardo nada en llegar a casa—sonrió mi novio.

—Dean—mamá pestañeó—, mi esposo quiso decir que esto se debe arreglar entre familia nada más.

—¿Y yo ya formo parte de...?

—¡Largo, Dean!

Dean se sobresaltó por la voz fuerte de mi padre y respondió con un "Sí, señor". Acto seguido se dirigió a la puerta.

Kyle salió sin replicar, y noté en su rostro cómo disfrutaba la situación.

Rodé los ojos, tenía más problemas que sueños en la vida. Mientras mis padres amonestaron hasta el cansancio, yo solo tenía en la cabeza una cosa: Esperaba que Dean no me hiciera una escena de celos por Kyle. Estaba pensando en soluciones.

Al final mis padres me mandaron a la habitación, mientras ellos hacían cuentas abajo, además de arreglar lo del carro que se llevó la grúa.

Subí a mi recámara arrastrando los pies, el estrés y el cansancio estaban acabando conmigo. Me dejé caer al borde de mi cama y busqué a Wifi entre las almohadas, giré en busca de su pelaje, y nada. No estaba el colchón, tampoco en la caja de maquillaje, ni en la laptop, tampoco en el rascador... no estaba en ningún lado.

¡Wifi compartido!Where stories live. Discover now