New Rules! (KookV/Yoonmin)

Regla 23

Regla 23:
¿Justificable?

Las apariencias lo son todo para la sociedad, mientras más perfecto te muestres te volverás alguien admirable y respetado, no tienes que besarle los pies a otros, ni intentar vestirte de oro para ver a que tanta gente les puedes agradar.

Si no eres atractivo. Estas condenado.

Si no eres inteligente. Estas condenado.

Si eres irresponsable. Estas condenado.

Si eres diferente. Estas condenado.

Este mundo gira por el que dirán no es difícil saberlo y adapatarte, lo difícil es saber que eres parte de la lista que la sociedad no acepta, que no eres parte de un rebaño de ovejas criadas para juzgar la mierda de los demás, quisieras gritar tan alto quien eres en realidad, pero a veces existen cadenas, no físicas, sino emocionales con las cuales te condenas a ti mismo a una vida miserable.

YoonGi era parte de esa vida miserable, jodido hasta el cuello y arrastrando a un hermoso ángel como Jimin a un anonimato, sabiendo que el pelimorado merece el cielo y las estrellas. Mentir sobre quien eres es perjudicial, casi se siente como ser una bomba de tiempo que explotará pronto y arrasará con todo a su paso.

YoonGi miró su reflejo en el espejo sintiéndose culpable, hizo un gesto despectivo hacia sí mismo mientras se ajustaba la corbata en su cuello y se fijaba en el traje negro, los lustrosos zapatos y su cabello peinado fuera de su frente.

-¿YoonGi? ¿Ya estas listo cielo? - el pálido hace una nueva mueca hacia la puerta cerrada de su habitación al haber escuchado la voz de su madre.

-Si.

Es lo único que responde.

-Esta bien, te esperamos abajo. Date prisa, el tiempo corre y quiero llegar temprano a la misa.

El menor quiso soltar un resoplido, no quería ir hacia ese lugar de nuevo como cada domingo.

Con un suspiro de resignación bajó las escaleras de dos en dos, para ver a su padre en traje, tomando un vaso de agua en la cocina. Cuando lo vió le dedicó una sonrisa.

-¡Se nos hace tarde!- volvió a gritar su madre haciendo sobresaltar a ambos Min-Giyoon, YoonGi ¡Vamos!- chilló corriendo hacia la salida.

-Aquí vamos.

Murmuró.

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Cuando estaba pequeño, YoonGi tomaba la iglesia como uno de sus lugares favoritos, solo que no sabía en ese entonces que las religiones son como redes de seda, atrayentes e hirientes cuando eres diferente, eso YoonGi lo aprendió luego que su compañero de banca en aquella entidad religiosa se declarara abiertamente gay, Yuuchi era el miembro perfecto. Devoto y entusiasta, siempre metido en todo y prestando una mano al que lo necesitara, solo que escondía un secreto, uno que le costó muy caro, acompañado del rechazo de todas aquellas personas que conocía y quería, juzgándolo y excluyéndolo, recordándole lo anormal que era por querer a alguien de su mismo sexo. Incluso sus padres que decían amarlo, lo repudiaron como un vil desperdicio.