3. ¿Qué dirías si esta noche te seduzco en mi coche?

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Estaba mojada.

Pasé una mano por mi rostro para despegarme el cabello húmedo. Hacía calor y el clima lluvioso sólo lo empeoraba. Me sentía pegajosa y no de una manera que me hubiera gustado.

Perdí mi clase de literatura eslava del sábado, así que tuve que pasar a buscar las notas en la fotocopiadora para leer de qué hablaron esas dos horas antes de la siguiente clase. Por alguna razón pensé "Aún es verano, iré con falda" y no se me ocurrió chequear el clima antes de salir.

Salí del edificio mientras metía los apuntes en mi bolso y escondí las manos dentro del bolsillo de mi sudadera.

La lluvia era torrencial, de esas que parecen que inundarán las calles en un par de minutos, pero no tenía idea de si pensaba parar y debía tomarme el autobús para volver a casa sí o sí.

—¿Necesitas un aventón?

Me detuve en seco al oír una voz masculina a un par de metros. Cosa que está mal. Si están leyendo esto y un día alguien se les acerca para ofrecerles un aventón, corran. No sean estúpidos.

Corran como si les acabaran de preguntar la hora.

Había un muchacho estacionado junto a la acera. Tenía la ventanilla de su auto baja y me costó reconocerlo en un principio, pero entonces algo hizo click en mi memoria.

Era un amigo de Seth. Lo vi un par de veces en su departamento cuando lo visité.

Entrecerré los ojos con desconfianza. Seth no había aparecido aún. Uno de sus compañeros de clase me dijo que él simplemente hizo la transferencia a otra universidad y no le di mucha importancia.

Él era mi ex ahora, y cuando sacas la basura, no regresas para ver cómo está.

¿Pero qué estaba haciendo él ahí?

—Ella ya tiene compañía, tonto. —Sentí como un brazo se enganchaba con el mío y cuando miré a mi lado me encontré con, ni más ni menos, que Alex—. ¿O nos darás un paseo a las dos?

Él hizo un gesto con la mano para restarle importancia a lo que acababa de decir y subió la ventanilla antes de arrancar.

Miré extrañada cómo desaparecía el auto y luego a Alex, que sostenía un paragua sobre ambas. Ella estaba completamente seca, a diferencia de mí, y sobria.

Se veía mucho mejor que esa noche en la tina, o el el video saliendo de la estación de policía, si es que acaso eso era posible. Ahora se veía más... despierta.

Ella ladeó la cabeza para verme y me sonrió. Se le marcaron unos hoyuelos a cada lado de sus labios y sus ojos oscuros brillaron con diversión.

—Pareces un cachorro mojado —me saludó como si fuéramos amigas de toda la vida—. Te ves patética.

Bueno, a lo mejor no tan amigas.

—¿Disculpa? —Aparté mi brazo del suyo y retrocedí un paso. Las gotas de lluvia golpearon la espalda de mi sudadera y mis piernas desnudas. Mis calcetines ya estaban húmedos dentro de mis zapatos. Pero así y todo yo seguía viéndome espectacular—. ¿Te conozco?

Me acomodé el cabello por detrás del hombro y me dispuse a marcharme.

—No seas tonta. Sube a mi auto.

¿La amante de mi ex novio quería meterme a un auto con ella? Sospechoso.

Continué caminando.

—Lo siento. No firmo autógrafos.

—Jessica.

Me detuve en seco.

¿De dónde había sacado mi nombre?

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora