CAPÍTULO 15: Brazos definidos

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Es porque es Tigger.

Liana, te conozco desde que eras una bebé recién nacida, maldita sea. Y no fue eso lo que le prometí a tu padre.

Termino de vestirme y salgo de la habitación. No va a ser muy fácil darle la cara después de lo que pasó. Y no quiero volver a recordarlo porque si lo hago volveré a ponerme duro. Tomo un respiro y me dirijo hacia la sala. Está oscuro, la televisión apagada y Liana descansa sobre el sofá con la misma manta que me cubría hace un momento. Me acerco a ella, despacio y me quedo quieto a solo unos pasos. Aprieto los dientes y entonces susurro su nombre.

—Liana.

Tiene los ojos cerrados y la respiración tranquila, está completamente dormida. Me acerco un poco más y me coloco de cuclillas a lado del sofá.

—Liana —susurro en su oído, pero ella no se mueve en lo absoluto.

Decido intentarlo una tercera vez.

—Liana, ¿estás dormida?

Puede ver cómo sus parpados se mueven un poco, vibran. No sé si está dormida en verdad o que la he jodido por completo y no quiere siquiera mirarme o hablar conmigo. Dejo caer mi cabeza y suspiro.

Voy a la habitación y tomo una manta más grande para cubrirla. Cuando regreso, está de espaldas. Coloco la tela sobre sus pies y la extiendo hasta su cuello. Ella se mueve un poco y emite un quejido. Debe estar soñando. Quisiera acercarme y darle un beso en la frente, como lo solía hacer cuando yo tenía quince años y ella algunas pesadillas que no la dejaban dormir. Me quedaba a su lado, esperando a que caiga en el sueño mientras jugaba partidas de guerras en mi móvil o chateaba con mi primera novia. Cuidaba de ella hasta que esté calmada y terminaba en darle un beso en la frente para cuando Landon y Annie regresaban. Nunca tuve hermanos y sentía que Liana lo era. Que debía protegerla. Que debía ser celoso si alguien empezaba a acercarse a ella. Que iba a burlarme de sus novios. Que iba a decirle lo fea y ridícula que se veía en su vestido azul de promoción. Que iba a tirarle del cabello cuando pasaba por su lado.  Que iba a entrar a su habitación para desordenas sus libros y cuaderno o simplemente burlarme de ella. Pero nunca que iba a tener un faje. Jamás.

He cometido un grave error.

Y sé que no está dormida, así que decido hablar.

—Lo lamento, Liana —pronuncio.

Es todo lo que digo, hasta que me coloco de pie y me dirijo hacia mi habitación. Tomo un libro de mi estantería y empiezo a leer un poco. Escojo Harry Potter porque solía ser uno de los libros favoritos de mamá y ahora no dejo de pensar en ella. Me gustaría llamarla, hace mucho tiempo que no escucho su voz. pero ella es intuitiva y probablemente descubriría muy rápido que tengo problemas con una chica. No quiero decirle que esa chica es la hija menor de su mejor amiga.

Para cuando me doy cuenta, ya me llevo devorando más de cincuenta páginas del libro. Termino por cerrarlo y apagar la luz de la habitación. Ha servido para mantenerme alejado de la realidad y relajarme, como solía decir mi madre, sin embargo, en cuanto estoy en la penumbra, vuelvo a recordar el silencio tortuoso de Liana. Cierro los ojos y, de repente, escucho el maullido de un pequeño gato.

Me apoyo en mis codos y miro hacia el borde final de la cama. Unos ojos verdes me asaltan en la oscuridad.

¿Un gato?

—¿Tú que haces aquí, amiguito? —le pregunto.

El me responde con dos maullidos más.

Debe ser el gato de la vecina, pienso.

Camina hacia mí, temeroso y se acomoda a mi lado. Coloca su cabeza entre sus patas y bosteza.

—Lárgate, tío —le digo.

Cuando te enamores de mí.Where stories live. Discover now