Capítulo 14: Descendí a los Infiernos. Parte 1

59 8 4
                                    

—Hola —escucho y abro los ojos. Estoy en la cama y veo a Gustavo parado a mi lado, acariciándome—. Son las tres de la tarde... ¿querés seguir durmiendo? ¿O hacemos algo?

—No, no. Hagamos algo... —Me levanto.

Noto que tiene puesto un calzoncillo distinto: uno a rayas negras y rojas. También viste una remera verde.

—Me pegué un baño. ¿Querés bañarte también?

—Sí, gracias.

Me da una toalla y paso a la ducha. Una vez que salgo y me visto, lo encuentro con los pantalones puestos. Lo abrazo y lo beso.

—Quiero llevarte a una cafetería muy linda, que queda cerca de acá. Creo que después de tanta actividad necesitás recuperarte un poco —dice, contoneándose y haciéndome mimitos en la espalda—. Además, estoy antojado de comer una rica torta.

—¿No quedó la de tu cumple? —Me río.

—No.—Pone cara triste—. Se comieron todo los guachos.

—Dale. —Me separo de él y lo tomo de la mano.

Un escalofrío baja por mi espalda al recordar lo que vi anoche, cuando estábamos juntos. Lo miro de arriba abajo, con un nudo en el estómago. Lo suelto despacio y frunce el ceño.

—¿Qué te pasa?

—Quiero peguntarte algo antes.

—Está bien...

Camina hacia el sillón doble, donde nos sentamos. El corazón me late con fuerza y resisto las ganas de temblar.

—Decime la verdad —le advierto—. ¿Qué está pasando?

No me responde y mira hacia un lado.

—Anoche, en un momento, mientras teníamos sexo, grité asustado. Lo que no te dije es que... vi algo —continúo. Se me seca la garganta y trago saliva—. Te vi distinto. Eras como un reptil violeta.

Gustavo gira hacia mí con los ojos bien abiertos, húmedos. Después, frunce el ceño y hunde el rostro entre las manos.

—Perdón —dice, con la voz quebrada—. Esa es mi alma. Yo... soy Asmodeo.

Mi jefe... la persona de la que estoy enamorado, es un demonio. La sangre parece abandonar mi cuerpo y me quedo unos segundos en blanco, tratando de procesarlo. Gustavo se da vuelta hacia mí, con los ojos repletos de lágrimas a punto de caer y se me estruja el corazón. Una ola de calor sube hasta mi pecho y mi corazón se acelera.

Tomo sus manos con fuerza.

—Está todo bien —aseguro, antes de acariciarle la barba—. No me importa....

Se ilumina al escucharme y me abraza con fuerza. Hunde el rostro en mi cabello, secándose las lágrimas, y me besa en la mejilla.

—De hecho, ahora entiendo todo —continúo, cuando se separa de mí—. Sabías lo que me estaba pasando con las sombras y los ángeles, desde el principio. Querías protegerme.

—Sí. Mi intención era decírtelo antes, pero tenía miedo de que me rechazaras. Las personas no siempre pueden entenderlo, incluso después de haber visto cosas del más allá.

—No te preocupes. —Lo beso—. No siento horror por tu otra apariencia. Solo que... es algo desconocido para mí.

Todavía no me siento preparado para decirle y asumir que su forma reptil también me excita.

—Iba a revelártelo en algún momento. Solo quería esperar a que estuvieras listo —me explica, con una voz tierna, mientras me acaricia en el rostro.

Te rescataré del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora