LA SEÑAL

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LIAM

Paramos a unas cuadras de distancia del edificio en que supuestamente se encontraba Kether, de acuerdo a la localización dada por la IP que fue rastreada. Bajé al igual que los hicieron todos los hombres que habían sido enviados en las dos camionetas de rescate que me acompañaban y justo como lo había exigido, todos ellos esperaron a recibir mis órdenes para caminar y cargar sus armas.

Siguiendo el ejemplo que alguna vez me dio Abraham al momento de comandar al equipo durante los ataques a mano armada, me puse al frente de los dos grupos de hombres que me acompañaban y elevando la voz lo suficiente para hacer que me escuchara hasta el último de ellos, les hice saber que el primero de los grupos debería de entrar por la parte trasera del edificio y dejarse guiar por los perros de búsqueda para encontrar específicamente al imbécil de Sawyer a quien, a toda costa debían de eliminar.

El segundo grupo, que era precisamente el que yo iba a liderar, tenía el objetivo principal de ingresar al edificio para encontrar y rescatar a Kether. Les hice saber las características físicas de mi amigo para que las tuvieran en cuenta al buscarlo y también les comenté que él no debía estar armado, por ende, tenían permitido disparar a matar a todos los hombres armados con que nos cruzáramos, pero a él, debían rescatarlo y traerlo vivo.

Sin más indicaciones que dar, todos preparamos las armas y caminamos en línea recta por la acera hasta llegar al edificio. Una vez allí, di la señal de avance y esperé a que el primer grupo rodeara la construcción y me indicaran que habían entrado, antes de hacerlo nosotros.

Minutos más tarde, di la orden para que el grupo de hombres armados que me acompañaba se desplazara detrás de mí cubriendo mi espalda mientras ingresábamos al edificio por la puerta principal. Cautelosamente, ingresamos a lo que parecía ser un edificio de oficinas común y corriente, en donde, las secretarias y personal que laboraba en el lugar, rápidamente se tiraron al suelo al escuchar los disparos que venían desde el piso inferior y llevándose las manos a la cabeza, nos suplicaron que no los matáramos.

Comprendiendo que ellos debían haber sido utilizados como fachada para cubrir las operaciones ilícitas del primo del jefe, di la orden a dos de mis acompañantes para que se aseguraran de sacar a todos los inocentes de aquella sala mientras el resto nos separábamos para buscar a Kether en los pisos de arriba.

Justo como lo había imaginado, el edificio estaba lleno de oficinistas en las primeras dos plantas, pero llegando a la tercera, una barricada de 20 o 30 hombres armados con rifles y pistolas nos esperaban. Por suerte mi mejor amigo de Los Captores, Ángel, que iba en mi grupo, sugirió enviar por delante a tres de los 6 perros de búsqueda que llevábamos en el grupo para localizar a Kether, advirtiéndome que éstos también estaban entrenados como perros de pelea y, por ende, podríamos usarlos de distracción para confundir a los hombres mientras nosotros ingresábamos.

Me dolió saber que tendríamos que sacrificar a tres perros inocentes, pero era eso o enviar a algunos hombres de carnada. Finalmente opté por seguir el plan de mi amigo y di la indicación para que prepararan a los animales, a los cuáles soltaron algunos metros arriba de la escalera para que subieran por delante de nosotros.

Confiando en que el plan funcionaría, esperamos apenas un minuto después de escuchar los primeros disparos, los gritos y ladridos de los tres perros. Una vez logrado el cometido, subimos por la escalera y nos abrimos paso dentro del pasillo, sitio en que nos separamos para que algunos hombres investigaran mientras el resto subíamos al próximo piso.

Estando en el cuarto piso, los perros de búsqueda se empezaron a alterar y especialmente uno de ellos, mostró señales de estar percibiendo algo. Con el arma por delante, los 10 hombres que me acompañaban y yo seguimos al perro hasta una puerta al final del pasillo.

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