Libro 1 Capítulo 33

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Tal y como el monarca había comentado, el compromiso fue anunciado al pueblo la mañana siguiente y no hubo nada que Josette pudiera haber hecho para evitarlo. Comentarle a Hope sobre la reunión fue aún más difícil, sobre todo por el gran nudo en su garganta. Desde aquel entonces, tras la desolada mirada que le compartió la pelirroja, todo había ido cuesta abajo.

Poco antes de que el sol saliera un par de sirvientes que seguían la orden de su padre la habían sacado de la cama, vestido, maquillado y empujado dentro de un ostentoso carruaje que tenía rumbo al corazón del pueblo donde por lo general se realizaban los grandes anuncios. Dentro del compartimiento se encontraba su padre y Lord Kirby, quien hasta el momento no le había dirigido la palabra ya sea para disculparse de su inhumano comportamiento en el baile o con respecto a lo que les esperaba el día de hoy.

Algo dentro de su interior ardía con la actitud que el chico había tomado frente a sus propias acciones, como si aquella noche jamás hubiera ocurrido algo. Quiso abofetearlo pero si había algo que ella tenía, eso era clase.

- Pon una encantadora sonrisa o creerán que te estamos sacrificando -Su padre, sentado a su lado, frunció el ceño antes de apartar la cortina para observar el sitio por el que circulaban.

Estaban cerca de su destino, algunas personas ya comenzaban a abalanzarse sobre el carruaje para atraer así la atención de los miembros de la realeza. Gritaban el nombre del rey, Alaric no asomaba el rostro debido a que sabía no le llamaban para ovacionarlo.

Era un día soleado pero corría una brisa que lo hacía molesto, incluso detestable. No, lo que lo hacía detestable no era la brisa sino las personas con las que Josette se veía obligada a compartir la mañana.

- ¿No es eso lo que exactamente haces, padre? -Preguntó antes de voltear el rostro a su propia ventana, observando alguna de las estructuras que se alzaban fuera.

Aquello había sido un golpe bajo y el hombre parecía no encontrarse satisfecho con la hostil respuesta de su primogénita. Era lo que era, debía comenzar a aceptarlo porque Josette ya estaba cansada de doblegarse a sus deseos.

- Josette... -Landon, quien hasta el momento solo se mantenía encogido en su lugar frente a ella, susurró en un vano intento de tranquilizar las aguas.

La castaña levantó el rostro, clavándole la mirada luego de creer que el mismo no volvería a hablarle luego de lo de antenoche. Sus orbes cafés, que Hope juraba tenían una amabilidad especial que no pertenecía a este mundo, jamás se habían visto más intimidantes o fríos.

- Hágame el favor de cerrar la boca, Lord Kirby -Ordenó dando a entender que tenía un límite y si sobrepasaba el mismo, mordía sin pensarlo. Josette, el mismo no tenía derecho a llamarle por su nombre- Sea no solo capaz de complacerme con ello sino demostrarme que por lo menos puede ser servible en algo tan simple -

- Lo siento, princesa -El joven bajó la cabeza, prosiguiendo a guardar silencio.

Al llegar a una pequeña plaza, donde los pueblerinos se habían agrupado para presenciar tan importante evento, el chico le tendió la mano para ayudarla a bajar del carruaje pero Josette tomó la tela anterior de su vestido decidiendo seguir de largo sin siquiera darle una segunda mirada.

Los ciudadanos comenzaron a saludarla, la alegría expresada en aquella diversidad de ojos. Hacía mucho tiempo, pese a que en múltiples ocasiones había viajado con Hope al pueblo, desde que Josette había interactuado con su gente. Los mismos no tenían aprecio por el rey pero si por sus hijas y esposa, mujeres que se habían ganado el cariño a causa de su devoto trabajo al pueblo.

- Su Alteza, siempre es bueno verla -Una señora de mediana edad tomó su mano en una cuidadosa muestra de cariño, besándole el dorso por unos pocos segundos.

Si solo fuera Hope -Hosie 1Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon