Libro 1 Capítulo 28

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Francia era una maldita misión que le iba a permitir volver a casa para finales de marzo, ¿cómo es que había terminado en este punto?

Una pequeña parte de sí le decía que no debía escribir una carta con la justificación de "por si acaso", ella era una Mikaelson por ende las cosas iban a salir tal cual quería. Debían salir tal cual quería o el final podría ser trágico, algo que no podía permitirse.

Suspiró pero por fin la pluma comenzó a trazar la primera letra, las siguientes siguiéndole con demasiada facilidad. Tal vez se había vuelto fácil porque por fin había decidido escribir lo que realmente pensaba, lo que realmente sentía.

Garabateó sus iniciales y luego plegó la hoja, colocando de forma descuidada el nombre de la persona a la cual estaba dirigida. Utilizó el imponente león grabado en su espada para sellar el sobre, lo que fue algo bastante difícil considerando que el arma no había sido creada para ello. Desde que había tenido que dejar su anillo real, aquel que la identificaba como la Princesa de Gales, y el collar de su familia, aquel que contenía la heráldica de los Mikaelson, ya pocas cosas tenía para que la identificaran. Sus iniciales, claro, pero estas fácilmente podían ser imitadas por ende las mismas siempre se acompañaban de un sello que muy pocas personas, leales a ella, sabían.

Se colocó la capa negra y poco después hizo el recorrido hasta alcanzar una de las verjas de la propiedad donde un guardia, el mismo de la otra vez, la detuvo con una sonrisa socarrona al reconocerla en lo que a uno le costaba respirar.

- Buenas madrugadas, señorita Marshall -Le saludó acariciando el pelaje de Perseo, sonriendo cuando el mismo relinchó poco conforme con el contacto.

- Señor -Ella inclinó la cabeza, no porque este tuviera un rango superior al suyo sino porque agradarle era algo que le convenía a esta altura del juego- Solicito abrir la verja -Pidió con algo de prisa, su mano derecha sosteniendo la correa del animal una vez este comenzó a removerse con incomodidad a causa de querer galopar.

- No me diga, ¿en nombre de la Delfina? -Este indagó con sus orbes oscuros brillando bajo la tenue luz que el farol en mano le ofrecía.

Estaba claro que el hombre encontraba divertido lo que fuera que este pensara que la Delfina de Francia estuviera haciendo, especialmente a estas horas de la noche.

- En nombre de la Delfina -La pelirroja asintió con una sonrisa suave, fingiendo que encontraba aquello divertido.

De todas formas si este iniciaba rumores de la castaña, sería la palabra del mismo contra la de la princesa heredera al trono; Hope no tenía que pensar mucho a quien la gente creería.

- Imagino también que la misma quiere que esto quede entre nosotros, ¿no es cierto? -Bajó la voz pese a que su compañero, mucho menor que él, estaba a varios metros de distancia.

La pelirroja se preguntó qué le diría el hombre a este cuando el mismo preguntara, con inocencia, la razón por la cual abrían la verja a estas horas.

- Imagina usted bien, señor... -Frunció el ceño, fingiendo confusión y curiosidad para obtener la identidad del individuo que podía confirmar haberla visto salir de la corte dos veces relativamente seguidas.

La pelirroja no tenía que sumar para saber que el hombre era un peligro para su vida; salir de la corte en medio de la noche no era algo muy poco tranquilizador de su parte. Como bien su padre decía, todo golpe se prepara una vez la luna toma lugar.

- Dubois -Este respondió sin mucho retraso.

En el peor de los casos podía asesinarlo si las cosas comenzaran a ponerse feas; método que los Mikaelson suelen utilizar muy bien. Con el nombre de este bajo la manga de su chaqueta iba a ser más fácil ubicarlo en caso de tener que acabar con su vida, algo que realmente esperaba no tener que hacer.

Si solo fuera Hope -Hosie 1Where stories live. Discover now