Aquella confesión, salida de lo más profundo e inocente de un elfo, su corazón, hizo que Silwen se empapara de sus propias lágrimas. Era la primera vez en sus dos milenios que alguien la observaba con devoción desmedida, con un amor asfixiante que la arrollaba. Sin duda alguna, el corazón de Legolas le pertenecía, no sabía desde cuando, pero se hizo una promesa a si misma, y es que jamás rompería el corazón de su príncipe.  

Legolas fue a abrir su boca, sorprendido al verla llorar pero también sonreír, como si acabara de recibir el mayor de los presentes. Pero antes de que pudiera separar sus labios, estos fueron aprisionados por los de la elfa, que se colgó de su cuello como si su vida dependiera de él. Lo besó, por el simple y llano motivo de que lo deseaba.

El elfo la apegó contra su cuerpo, presionando sus manos en la cintura de ella. Únicamente cubierta por la seda del vestido, pudo notar como su piel emanaba calor al igual que lo hacía la suya. Silwen fue a separar sus labios, buscando romper ese tímido y dulce beso que acababa de iniciar ella sin saber muy bien el por qué, cuando Legolas hundió una de sus manos en su cabellera plateada prohibiéndoselo. 

— Legolas... —jadeó contra su boca, avergonzada por la osadía de él y también la suya. 

— Espera. —rogó adueñándose de nuevo de los labios de su amada, pero esta vez no quiso ser delicado ni temeroso. La besó con pasión desbordante, sumergiendo a ambos en una lujuria desconocida, pues todos los sentimientos y las acciones que desencadenaban eran las primeras veces de ambos. La intensidad que emanaban ambos elfos al besarse cesó de forma abrupta cuando Legolas alejó a Silwen de su boca. La pobre elfa tenía los ojos aún cerrados, y sus labios ahora rojos y húmedos, aún estaban hambrientos de él— Buenas noches, ithil nîn (mi luna) —besó con ternura la nariz de la elfa, y antes de que ella abriera sus ojos, tan aturdida que sería incapaz de dar un simple paso, Legolas desapareció con elegancia por los pasillos de Caras Galadhon.

 La pobre elfa tenía los ojos aún cerrados, y sus labios ahora rojos y húmedos, aún estaban hambrientos de él— Buenas noches, ithil nîn (mi luna) —besó con ternura la nariz de la elfa, y antes de que ella abriera sus ojos, tan aturdida que sería i...

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Cuando el Sol besó con sus primeros rayos Lórien, Silwen ya se encontraba de nuevo ataviada con su característica armadura. Lo único que resaltaba esta vez era que Seregmor ya no estaba envainada a su espalda, sino en su cintura. Maldijo internamente su arrebato de ira donde rompió las correas de su espada. Pero su mueca disgustada, mientras descendía el intrincado árbol que había albergado su dormitorio por una noche, se convirtió en una sonrisa al recordar el sacrificio de Legolas. Osó empuñar su vil espada para cesar la tortura de ella, y no había presenciado jamás una muestra de afecto tan real como aquella.

— Vuestro rostro hoy resplandece más que el mismísimo Sol, si me permitís el atrevimiento. —uno de los hermanos apareció silenciosamente a su lado.

Silwen enrojeció y aumentó inconscientemente su sonrisa.

— Os lo agradezco, Elrohir. —este asintió agradado porque no lo hubiera confundido con su gemelo— ¿Seríais tan amable de acompañarme a las caballerizas? La dama Galadriel me otorgó un corcel para el viaje y me temo que no conozco el camino.

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum