Capítulo XIV [FINAL]

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El de vendajes se quedó parado en el medio de la sala, viendo a través del ventanal la ancha y trabajada espalda que Nakahara le daba por andar apreciando el panorama de la ciudad. Soltó un bufido rodando los ojos con un leve sonrojo y se acomodó nuevamente en el mueble, dirigiendo sus ojos avellanas a su vientre que comenzaba a moverse.

—Más te vale nunca te acerques a Mori-san aunque te ofrezca caramelos, ¿Oíste, Chibi?— Le advirtió, provocando así que el pequeño se quede quieto como si le hubiera asustado el tono serio que utilizó. Haciendo un puchero y, con las hormonas a flor de piel, Dazai abrazó la protuberancia lloriqueando de forma dramática.  —¡Perdóoon!~ No me odieees~

Al cabo de un par de minutos, el mayor por dos meses volvió sobre sus pasos haciéndose presente en la sala nuevamente. Su rostro mostraba un semblante diferente, ahora su ceño estaba fruncido y emitía gruñidos de molestia. Osamu temió un momento en preguntarle qué había pasado, pero cómo siempre le atrajo las cosas que posiblemente lo matarían, lo hizo.

—¿Qué ocurrió?

Chuuya suspiró y se cruzó de brazos, dirigiendo sus ojos azulados hacia él. Como si fuera una especie de conexión, el castaño sabía que con esa forma que lo miraba significaba una sola cosa.

—No me digas que...— Frunció el ceño. —A penas puedo moverme con comodidad, ¿No hay alguna otra manera?— Bufó cruzándose de brazos.

La Port Mafia y la Agencia de Detectives Armados habían unido fuerza desde hace meses, cuando derrotaron aquella fuerte organización surcoreana. Ahora estaban luchando contra otra, casi tan fuerte como la anterior. Mientras tanto, Chuuya y Osamu se abstenían a entrar en combate para no exhibirse al peligro debido a obvias razones. Sin embargo, Mori le había comentado al pelirrojo recientemente que sus actuales contrincantes poseían habilidades muy fuertes y resistentes reclutas de cantidades incontables, por eso no tuvieron opción que recurrir a ese famoso dúo que se complementaba en fuerza y mente: el Doble Negro.

—Sabes que nos elijen siempre como última opción.— El ejecutivo se encogió de hombros, aún sin dejar de fruncir el ceño. —Asique no, no la hay.

Dazai también se mostró molesto ante la idea de ir a pelear. Y, antes de que pudiera decir algo más, su teléfono sonó por una llamada de Fukuzawa, seguramente para comunicarle lo mismo.

***

Tenían una muy buena razón para rechazar aquella misión, puesto a que -por obviedad- podrían poner en riesgo la vida de ese pequeño que aún no nacía. Sin embargo, la situación sería aún mucho más grande si esa organización lograría tener la ciudad en la palma de su mano en tan sólo un abrir y cerrar los ojos. Chuuya le había pedido a Osamu que se escondiera hasta que sea su turno de actuar, pero ambos fueron rodeados casi instantáneamente por aquellos soldados con armas letales y con intenciones de acabar con ellos

—Joder.— Rezongó entre dientes el pelirrojo apretando sus manos en puños, y se rodeó junto al suicida en una especie de campo antibalas gracias a su habilidad, unos pocos segundos previos a que los enemigos comenzaran a disparar en conjunto.

Dazai amagó para hablarle a su pareja, pero abrió sus ojos en grandes al ver que esos sujetos se deformaban hasta resultar ser unos horribles insectos; podría decir que incluso eran mucho más grande que ese terrorífico monstruo de tentáculos norteamericano de The Guild contra el que habían peleado hace como dos años atrás. Al pobre detective le dieron ganas de vomitar, y no precisamente por el embarazo. Esos seres de tamaño colosal liberaban una especie de saliva mocosa de todos lados por donde se viera que olía terriblemente fatal y podría ser hasta tóxico en algunos de ellos, mientras emitían sonidos extraños.

Consequence | Soukoku m-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora