Capítulo 10

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Niall había terminado hace una hora, sin embargo, había bastante ambiente en el lugar. Se escuchaban numerosas conversaciones de cientos de temas distintos. Amelia y Niall habían desaparecido, al igual que Harry, no obstante, este último se excusó para ir al baño y nunca más volvió.

Me levanté de la mesa que nos habían asignado, llevándome la copa de vino tinto, en busca de alguno de mis amigos. Recorrí el jardín sin éxito alguno por ello, decidí entrar en la elegante casa en la que horas atrás habíamos estado, el calor invadiendo rápidamente mi cuerpo. El gran salón se encontraba totalmente vacío y, sospechaba que todas las habitaciones lo estarían pues todos se encontraban en el jardín trasero. Mirando a todas partes para asegurarme de que nadie me estuviese viendo, subí las largas escaleras que daban a la planta de arriba. En esta había muchas habitaciones, sin embargo, había una en el fondo que había llamado mi atención por su gran, ornamentada puerta. Me acerqué a esta, dándome cuenta de que estaba entreabierta. Sin llamar antes, la abrí del todo, encontrando un majestuoso piano de cola blanco y sentado frente a él, el chico de los silencios incómodos: Harry.

– Perdón – me disculpé con la intención de irme pues sentía que había interrumpido un momento íntimo.

– Puedes quedarte – dijo suavemente, dándose la vuelta para poder mirarme fijamente. El verde de sus ojos resaltaba gracias a la luz de la luna y, una vez más, un silencio se hizo entre nosotros, sin embargo, este se sentía distinto. Más íntimo y, quizás, por primera vez, menos incómodo - ven, siéntate conmigo - ordenó dándole una palmadita al hueco que había dejado para mí. Decidí hacerle caso sin preguntar y, una vez a su lado, simplemente me observó durante un largo rato.

– Harry – llamé su atención – ¿Qué haces aquí? – cambié de tema con la intención de que no notara mi pequeño sonrojo.

– El baño está al lado –  explicó – Vi este piano y no pude resistirme – dijo con una pequeña sonrisa. Por supuesto que Harry no pudo resistirse a un instrumento tan bonito como este.

– ¿Estabas tocando alguna canción? – pregunté. Harry ignoró por completo mi pregunta mientras observaba y acariciaba las teclas del instrumento.

– Sabes, siempre he pensado que el piano es una buena representación de la vida – habló después de unos minutos – las teclas blancas representan felicidad, son esos recuerdos buenos que nunca dejas escapar, sin embargo, las teclas negras representan tristeza, esos recuerdos malos que no puedes dejar escapar por mucho que lo desees y aún así, necesitas un poquito de ambas para crear la más bonita de todas las melodías – dijo confundido, como si esa declaración que había salido de sus labios le hubiese desconcertado del todo. Sin cambiar la expresión de su rostro me observó nuevamente y tras unos minutos, comenzó a tocar una melodía que conocía a la perfección.

Harry, con delicadeza y mucha pasión, comenzó a tocar Experience de Ludovico Einaudi, sorprendiéndome por completo. No había tenido la oportunidad de ver a Harry tocando alguna canción en el piano, es decir, me enseñaba teoría y luego me dejaba tocar a mí, ayudándome solo cuando era necesario. No obstante, ahora que le tenía a mi lado tocando, dejándose el corazón mientras lo hacía, no pude contenerme. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, mojando mi vestido al caer. Sus dedos acariciaban las teclas, creando una perfecta armonía. Era su pasión, tocaba con puro entusiasmo. Podía observarle durante horas. Un rulo cayó por su frente y decidí, delicadamente, colocarlo, acariciando su rostro. Sus manos se detuvieron, la melodía dejó de sonar en cuestión de segundos. Por tercera vez en la noche, volvió a observarme pero no dulcemente, como lo había hecho la primera vez, sino con la misma expresión que había tenido minutos atrás. Me miraba fijamente a los ojos, completamente desconcertado, como si buscase una explicación que, desgraciadamente, nadie podía darle. Estábamos muy cerca, podía sentir su respiración. Quería hacerlo, no sé por qué pero quería. Quería acercarme y besarle. Y estaba dispuesta a hacerlo pero, cuando notó que me estaba acercando, se alejó rápidamente.

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