El niño que tomó la espada

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Gideon estaba desesperado, Ferguein lo miraba con cierto temor.
-Mi señor no puedes dejarme en manos del Devasting, por muy apuesto que me parezca yo te amo a ti.
El rey volteó a ver a Ferguein que parecía desolado.
-No temas mi dulce niño, la mano de Gideon acarició la mejilla y llegó a los labios de Ferguein quien sensual atrapó el dedo pulgar del rey en su boca, imitando una felación, -tú eres mío, la mano libre del rey, atrapó el cabello de Ferguein quien gimió de dolor.
-Señor, hay soldados que pueden pelear por ti. Gideon miró aquellos ojos que eran su perdición.
-Uno peleará, aunque no estoy seguro de que gane.

En las caballerizas un herrero trabajaba en truquear una punta de lanza, sacando filo a los lados. Gideon no pelearía limpio, pues ninguno de sus guerreros eran hábiles en las justas, ya que Gideon no consideraba importante el que sus tropas fueran entrenados, si no fuera por el dedicado cuidado de Víctor que les exigiría aprender varias formas de combate.





Iriender leía tranquilamente en su recámara, algo había escuchado sobre un duelo y sobre la noticia de que había sido repudiado públicamente. Ira y vergüenza cruzaban por su cabeza.
Un hombre al que no amaba lo había repudiado, eso no le movía el mundo, por desgracia le hubiera alegrado si supiera que su padre pelearía personalmente por su amante, pero conocía muy bien al viejo rey, este no pelearía.
Con aplomo Iriender entro al salón de armas para ver a los soldados entrenar en la arena para la justa que se llevaría a cabo al amanecer.
-Su majestad, saludó uno de los soldados que observaban en el patio de entrenamiento, iriender asintió con la cabeza a manera de saludo.
Al centro dos hombres pelaban para decidir quién de ellos enfrentaría al rey Gibrain, portando ambos hombres sus lanzas de punta Roma que servían para entrenar.
-¿Qué ha prometido el rey? preguntó Iriender sin despegar los ojos de la pelea, el soldado también observaba absorto, -se dijo que el soldado que gane podrá pedir lo que sea, pero esa fue una petición del rey Devasting para aquél que arriesgue su vida a favor del rey, Iriender observó la pelea mientras su mente pensaba en la petición que él haría si pudiera pelear.
-¡Ha quedado Tribarius!, gritó a la audiencia el general Víctor Calmes quien era primo lejano de su padre, todos los caballeros que veían la justa aplaudieron y gritaron con emoción, Iriender silencioso tomó una lanza, y sin cota de malla ni casco o peto saltó a la arena, -yo Iriender Marts reto a Trivarius por el honor de pelear mañana representando el reino de Saris, todos los soldados miraron en silencio al joven, sabían que él era una carta ganadora y también sabían de los malos tratos del rey a su hijo, lo cual le daba valor para pedir tal reto, el general Victor Calmes tomó del hombro al príncipe, él había entrenado a ese muchacho desde que era un niño, él había visto a un pequeño flacucho vencer a su padre en una justa, cuando el rey quiso humillarlo, como recompensa el chico fue amarrado a un poste y recibió diez latigazos a manos del rey. La imagen del infantil cuerpo siendo rasgado acompañó muchos años al general, quien secretamente preparó con esmero al joven príncipe para que nunca mas volviera a pasar por aquella agonía.
Al principio fue un entrenamiento brutal.
-¡alza la espada!, ¡defiende tu cabeza!, el golpe fuerte de la espada de madera sonaba con fuerza en la desprotegida cabeza del niño, mostrando sus puntos débiles, hasta que poco a poco, el muchacho fue mejorando y superando a cada maldito soldado.
-Algún día de esto dependerá tu vida, hijo, decía el general Víctor Calmes al fatigado adolescente.
El general sonrió con saña, -adelante príncipe Irien Marts, traigan a polemistis y preparenla, pelea por el honor de combatir mañana, Iriender se puso en posición mientras observaba a los solados preparar a polemistis su caballo destier negro, y Trivarius montaba un hermoso percherón palomino. El guerrero más alto, y no menos experimentado por años atacó. Iriender peleó con furia, peleó con violenta entrega hasta que ganó sin mucho esfuerzo.
Todos en la arena lanzaron vítores palmeando a su príncipe y deseándole toda la suerte, -mañana pelearas, asegúrate de estar cubierto con la armadura para que tu padre no te reconozca antes de la justa y aquí, todos los soldados juraremos silencio absoluto y el que rompa ese juramento, será muerto, Iriender limpió el sudor de su roja cara, -así lo haré, el joven se notaba decidido, como un padre el general acarició en la cabeza al joven príncipe, -pide algo por lo que valga la pena luchar muchacho.

El alboroto en la arena se escuchaba fuertemente en los alrededores, todos querían ver al rey dragón en acción.
Los palcos eran reservados para el rey y su corte, las gradas para la gente de clase media, y los alrededores en los que la gente estaba de pie eran para el vulgo común o para el pueblo.
El rey Gideon salió del castillo vestido con su capa y su corona, a su lado estaba el hombre que había propiciado todo. Una nutrida comitiva los seguía.
El Gideon al no ver a su hijo supuso que este estaba en alguna parte, escondiéndose para no ser entregado a su prometido.
Al llegar a la arena el pueblo lanzó alabanzas al rey, como si este fuera un gran héroe del que hablaban las canciones.

Gibrain por su parte llegó vestido a la arena con armadura, su rostro cubierto por el casco no dejaba ver su expresión.
Las rechiflas y alabanzas fueron un poco menos fuertes para este, pues el rey Gideon Marts no se tomaría a bien el favor del pueblo para con el rey visitante.
Angus y sus cientos de soldados le seguían con sus armas listas para ser usadas en caso necesario.

Gideon se puso de pie y con sus manos pidió a la multitud que guardara silencio.
Estos poco a poco fueron callando, hasta que el rey pudo por fin hablar.
-Gente pacífica de Saris, estamos aquí reunidos porque el rey Gibrain Devasting ha lanzado un reto, si el gana la batalla podrá quedarse con la mano de mi querido sobrino Ferguein de Navaloa, repudiando de esa forma a su prometido.
El silencio era sepulcral, -pero si pierde esta justa, el rey Gibrain, tomará a su prometido y se marchará, su majestad el rey dragón ha dado su palabra de que este no volverá aquí nunca más, ni atacará de forma alguna.
-el soldado que pelee esta justa y gane, tendrá una recompensa, pero su participación es irrevocable.

Gibrain se acomodaba bien en el caballo, mientras pesaba con su mano la lanza.
Angus pasó delante para hablar como mensajero de su rey.
-Honorable pueblo de Saris, mi señor ha dado su palabra, no atacará y se hará conforme al trato que han quedado los señores, estando conformes mi señor peleará de forma limpia. También se ha negociado con su benévolo rey que aquel soldado que gane la justa, tiene derecho a pedir lo que quiera y sin empacho le será concedido.
Angus hizo una floritura y se apartó.
Con una seña que el rey indicó que el oponente podía presentarse, entrando el caballero que pelearía a favor del rey Gideon Marts.
Un hermoso caballo destrier de color negro cubierto con gualdrapas de cota de malla, entró a la arena, el caballero iba blandiendo un estandarte, el estandarte del clan Leporem.
El rey Gideon, Ferguein y la corte hicieron silencio al reconocer aquella imagen en el estandarte.
La lustrosa armadura, el casco con un largo penacho hecho de cola de caballo y el pequeño cuerpo solo podían ser de una persona.
Y como el rey Gideon Marts advirtió, la participación del joven príncipe era irrevocable.

Cuando las hadas digan mi nombreWhere stories live. Discover now