𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 Ocho

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𝕰l fin de semana para ir a hogsmeade había llegado y todos ya se habían ido de nuevo, pero esta vez el azabache tenía un plan para ir: con la ayuda de la capa de invisibilidad.

Estaba apuntó de salir y seguir la caravana, cuando los gemelos pelirrojos más conocidos en hogwarts lo descubrieron.

—Agh, ¡suéltenme!

—Muy astuto, Harry.

—Pero no lo suficiente —dijeron cada uno, como suelen hacer —. Además, hay una mejor forma.

—¡Por favor! Quiero ir a hogsmeade —repuso cansado.

—¡Lo sabemos! —respondieron al unísono.

—Te llevaremos ahí.

—No te preocupes.

—Te enseñaremos un atajo.

—Suéltenme por favor —trató de safarse pero ellos, al ser más grandes, no se lo permitieron.

—Espera —le mostraron un pergamino en blanco.

—¿Qué hacen?-

—Shhh —interrumpieron. — Este es nuestro secreto del éxito.

George sacó su varita y conjuró —Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas —le dio un golpecito al pergamino y de este aparecieron números y letras.

—Lunático, colagusano, canuto y cornamenta presentan el mapa del mereorador — leyó el ojiazul totalmente sorprendido.

—Les debemos mucho.

—Oigan esto es hogwarts —exclamó — Y ese es—

—Dumbledore

—En su estudio

—Paseando

—Como siempre — dijeron y en el mapa se dibujaron las huellas de Dumbledore.

—Este mapa muestra a todos.

—Dónde están

—Qué hacen

—Cada minuto

—De cada día.

—¡Esto es genial! ¿de dónde salió? — preguntó.

—Lo robamos en primer año a Filch.

Los gemelos le enseñaron diferentes pasadizos por los que podía ir, hasta que vieron que Filch se acercaba y tenían que escapar.

—Ah, y no olvides que al terminar debes decir

Travesura realizada. O alguien podría verlo — gritaron antes de que se fueran.

Gracias a esto, Harry llegó a hogsmeade después de un rato, así que se dispuso a buscar a sus amigos, dirigiéndose hacia la casa de los gritos.

En el camino, una cabellera pelirroja llamó su atención, pues estaba sola sentada en una roca cubierta de nieve, aunque al parecer no le importaba mucho. Abigail hacía dibujos en la escarcha y sonreía al ver sus garabatos.

El azabache tomó una bola de nieve y la lanzó directamente hacia ella, haciéndola levantar la vista con la nariz arrugada. Pero su expresión cambió por una sonrisa al ver al chico quitarse la capa, y al instante le lanzó una bola de nieve sacándole la lengua como venganza.

—Eres un maleducado, Potter —rió.

El nombrado devolvió el golpe comenzando una guerra de nieve. Ambos tenían ventajas: aunque la pelirroja tenía buen tino, su contrincante lanzaba más rápido, haciendo que los dos acabarán cubiertos de nieve.

𝐈𝐋𝐋𝐈𝐂𝐈𝐓 𝐀𝐅𝐅𝐀𝐈𝐑𝐒 | Harry Potter Where stories live. Discover now