Lexa Woods una joven recién licenciada en ingeniería informática, trabaja los fines de semana en un pub para sacarse un dinero extra y tiene toda una ilusinante vida por delante. Clarke Griffin una madura empresaria socia de una importante corporaci...
Escuchaba levemente el bullicio de la calle, los coches con sus ruidosos motores, sus chirriantes cláxones y frenazos, las voces de la gente, obreros que en su trabajo no dejaban de golpear cosas, en definitiva, una mañana cualquiera de los últimos años para Lexa Woods....................... o casi.
Debían ser cerca de las diez, notaba la claridad del día aun con sus párpados cerrados.
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No, no quería levantarse, quería remolonear en la cama, esconderse entre las sábanas y holgazanear, algo que no había podido hacer en los últimos meses................
Suspiró, pensando que había merecido la pena, el día anterior había hecho su último examen de la carrera y pronto se haría realidad uno de sus sueños, licenciarse.
Se dio la vuelta quedando boca abajo con la almohada tapando parte de su rostro y dejando fuera todo eso que había detrás de la ventana.
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En ese momento hizo un recordatorio mental de todos esos años de sacrificio, de madrugones, horas y horas encerrada en su cuarto entre libros, la Tablet, el ordenador................ y por fin todo ello había dado sus frutos, unos resultados excelentes y de los que estaba muy orgullosa. Todavía no sabía todas las notas, pero estaba segura que tenía el aprobado, aunque esperaba mucho más que un cinco, para ello había estado esforzándose tanto.
A pesar de tener que trabajar para mantenerse puesto que su beca no cubría todos sus gastos, sus notas eran muy buenas, muchos sobresalientes y alguna matrícula......... sus padres estarían orgullosos de ella. Recordarlos le arrugó un poco el corazón y encogió su estómago.
Por desgracia no podían disfrutar de su éxito, habían muerto en un accidente de tráfico cuando ella tenía dieciséis años. Su tía Anya, hermana de su madre, le había acogido en su casa, un humilde adosado de dos plantas en Brooklyn donde vivía con su marido Gustus y su hija Luna un par de años mayor que Lexa. No es que tuvieran una situación muy holgada económicamente, pero era lo suficientemente estable como para cuidar de sus sobrinas. Anya no podía dejar que Lexa en plena adolescencia acabara en un centro de menores y menos, su hermana pequeña, Maddie de nueve años.
