Trató de recordar los hombres que habían sido presentados a la castaña durante la noche, incluso cuando Hope se mantenía lejos de la misma para darle algo de privacidad durante aquellas situaciones.

¿El hombre de bigote, que probablemente rondaba los treinta años, había sido un pretendiente presentado por el rey Alaric o las jóvenes solo se estaban burlando de el por cosas del azar?

Hope sintió una increíble repulsión a la que pronto tuvo excusa; y claramente no eran celos. El hombre era asqueroso, ni siquiera podía creer que Alaric estuviera pensando en vender a su hija a un sujeto que le duplicaba la edad.

Caroline había impedido que Josette bailara con él, ¿verdad?¿Eso la convertía en aliada de Hope?

- ¿La Delfina contraerá matrimonio pronto? -Preguntó antes de que tuviera el tiempo de arrepentirse, ladeando su rostro para observar la expresión de la reina.

- En cuanto mi esposo encuentre un candidato oportuno para la misma -La joven reina meneó la cabeza, la pena inundando su voz.

- ¿No tiene su majestad poder para interferir en ello? -Cuestionó con curiosidad a sabiendas de que después de todo Caroline era la reina.

- Traté de hablar a mi esposo con respecto a ello pero me temo que jamás fui tomada en cuenta, por lo menos no realmente -Ella puso una mano sobre el antebrazo de la pelirroja, como si con aquel gesto le estuviera agradeciendo la preocupación por su primogénita- No por él ni por nadie en esta corte, soy una reina consorte pero la realidad está en que no creen que una mujer tenga la fortaleza necesaria para liderar un país -

- Bobadas -Hope frunció el ceño, increíblemente molesta con aquello.

Niklaus podía ser la gran imagen de Inglaterra pero Hayley también gobernaba, siendo muy querida y respetada no solo por el pueblo sino por los asesores de la corte real. Dios, incluso sus tías Rebekah y Freya estaban muy involucradas en la maldita política; Klaus les permitía, a ojos cerrados, encargarse de las relaciones de exterior a causa del encanto y paciencia de las mismas, algo de lo que él carecía por completo.

Eran mujeres, sí, pero ni su padre ni ninguno de sus tíos había puesto alguna vez en duda las destrezas de estas para desempeñar las mismas tareas que ellos. De hecho ahora que lo pensaba bien Niklaus jamás había forzado, como en el caso de Alaric, a las mujeres de su familia a matrimonios arreglados por asuntos dimplomáticos; ni siquiera lo había sugerido ni una sola vez. 

Hope algún día se convertiría en reina, por su familia no corría ni una mísera preocupación con respecto a ello.

- Lo son, sí, pero apeligran el futuro de mis hijas -La reina estuvo de acuerdo, aguardando silencio cuando un par de nobles pasaron por su costado- Hago todo lo que tengo en mano para contribuir con la felicidad de Josette o Elizabeth pero me temo que no puedo hacer mucho en esto, ni siquiera tengo permitido la asistencia a las reuniones del consejo que se hacen todos los meses -

La expresión de Hope se arrugo con disgusto, un sabor amargo inundando su boca al tiempo que sus puños se cerraron con fuerza; la ira incrementando. Esto era lo más estúpido que había escuchado en años, ni siquiera podía creerlo.

No iba a mentir, en Inglaterra no todos los hombres apoyaban el liderazgo de una mujer pero la verdad estaba en que era una pequeña minoría que simplemente estaba cegada por el miedo de sentirse débiles y sumamente patéticos.

- Alguien tiene que poder hacer algo, esto es patético y repugnante -Siseó con su ceño fruncido cuando llegaron a la fuente del jardín principal, el agua brotando por un sistema que su tío Finn le había explicado alguna vez con respecto a una fuente que tenían en el palacio de los Mikaelson- Josette necesita más que vagas palabras de apoyo, ella necesita acciones  -

Tal vez debería haber dicho aquello en un tono más suave y no tan...Mikaelson.

- Ella necesita tiempo y paz, no han sido días fáciles y me temo que tú eres capaz de otorgarle lo que necesita -

Hope giró su cabeza con brusquedad, enfrentándola.

No tenía sentido, nada de esto tenía sentido. Hope no tenía poder alguno, por lo menos no en Francia donde solo era un maldito soldado más.

- ¿Yo, su majestad? -No pretendía que aquello saliera en un tono tan disgustado.

- Deberías dejar de subestimar tu poder sobre su estado de ánimo -Sonrío más para ella misma que para Hope, por un segundo olvidando que solo eran dos jóvenes ilusas que probablemente experimentaban el amor por primera vez- Algunas veces simplemente ocurre, encuentras a alguien que termina convirtiéndose en una capa en la cual te acobijas durante el invierno -

¿Algo de lo que la mujer decía tenía sentido en esta maldita conversación? Estaban hablando de Josette y los horribles prometidos que le habían estado presentando, por no decir que la estaban obligando a contraer matrimonio con uno de ellos pronto.

- ¿Dice usted que soy su capa? -Parecía idiota y su confusa expresión facial no hacía nada para ayudarla.

- No lo sé, Hope, ¿estás dispuesta a serlo? -

La chica suspiró, procesando aquel brusco cambio en la conversación.

Hope jamás había sido la capa de alguien, por lo menos no de forma consciente. Se sentía incapaz de poder realizar dicha tarea, en especial cuando la persona le importaba lo suficiente como para poder dejar marca en ella.

La noche anterior, por primera vez en sus dieciocho años de vida, había sentido el temor de perder algo que ni siquiera le pertenecía. Había temido por la vida de Josette mucho más que por su propia vida; se dio cuenta de ello cuando por impulso terminó enfrentándose al último hombre con sólo sus manos empapadas en sangre e incluso sin alguna armadura que pudiera protegerla de una simple estocada que habría acabado fácilmente con ella.

Había acumulado en su pequeño cuerpo tanta ira y desesperación que le pareció imposible, sin embargo hoy estaba ahí no solo evitando a la joven por la cual había arriesgado su vida sino que también rechazando los fuertes sentimientos que habían florecido en su interior como la más prospera primavera; la primavera apestaba, no iba a decir más.

Volvió a pensar en el beso y los posibles significados de este, lo que en realidad no tenía mucha vuelta. Por un segundo deseó que Josette hubiera estado bebiendo durante la noche, de esa forma la joven tendría una excusa perfecta para aquel impulso y evitaría así que Hope estuviera martillando su mente a causa de una respuesta que sólo complicaría la situación.

La respuesta era fácil de conseguir, solo debía caminar hasta la castaña y pedir una explicación; sin embargo aquel era de momento el reto más grande al que se había enfrentado en su vida.

¿A Hope le había gustado? Si, a Hope le había gustado, le había encantado.

¿A Hope le habría gustado que no pasara? Ese ya era otro cantar al cual le costaba encontrar respuesta, por lo menos una que encontrara agradable.

¿Hope quería otro beso? Una parte de ella respondía a ello sin pensarlo, más bien lo gritaba de forma afirmativa sin vacilación alguna. Su otra parte, la razón que era quien la había mantenido con vida durante mucho tiempo, negaba ante aquella propuesta tan tentadora pero mortal.

Besar a Josette, o permitir el desarrollo de sentimientos por esta, era estar poniendo su cabeza bajo la guillotina; aquella cabeza que sus padres con mucho esmero habían mantenido unida a su cuerpo por casi dieciocho años.

¿De verdad quería morir por un par de labios?

Josette era, sin duda alguna, la sentencia de muerte más linda con la que se había encontrado. Josette era el inicio y el fin de la vida, la perdición de un alma solitaria y confusa. ¡Por amor a Dios!, Hope moriría feliz si la Delfina de Francia era la causa de su fin. No existiría mayor honor ni satisfacción que el morir a causa de unos delicados labios que sabían a casa; esa que ahora la repudiaría por completo.


Si solo fuera Hope -Hosie 1Where stories live. Discover now